El sábado 15 de marzo nos juntamos 3 senderistas y mi perro Otto para hacer una pequeña ruta de senderismo por la zona de La Vega de Pas. Íbamos a realizar dicho recorrido sólo por la mañana ya que por la tarde teníamos plan con nuestras familias. En concreto nos decidimos a realizar el pequeño recorrido PR-S-76, conocido con el nombre de Ruta de Praderas de Ruyemas.
Para realizar la ruta nos dirigimos hacia el pueblo de La Vega de Pas y una vez en la plaza del pueblo fuimos por una estrecha carretera, que se encuentra a la derecha de la plaza, hacia el barrio de Pandillo. Este es el punto de salida del III kilómetro vertical Castro Valnera el cual se realizará el próximo 18 de mayo y que organiza el Club Alpino Tajahierro.
Al final de la carretera hay un pequeño aparcamiento donde dejamos el coche y nos preparamos para iniciar nuestra caminata.
Desde este aparcamiento ya pudimos darnos cuenta de que no íbamos a tener unas buenas vistas de las montañas ya que había muchas nubes bajas, aunque parecía que no iba a llover. En caso de que no hubiese nubosidad las vistas desde este punto hubiesen sido muy buenas e incluso casi se podría ver el Castro Valnera.
Aquí, junto a un puente, es donde comienza el PR-S-76.
y como punto de partida nos encontramos un cartel indicativo de la ruta en la que podemos ver los datos principales.
En este barrio de Pandillo se encuentran las dos cuencas que surten de agua al río Pas, ambas nacen en las faldas del Valnera. La primera de ellas, en la cuenca norte, conocida con el nombre de la vaguada de Aguasal, con el arroyo Rucabao y en la cuenca meridional, con el arroyo de Pandillo, el cual vamos a recorrer nosotros.
Para descargar el track para GPS desde Wikiloc pinchar aquí: (hay que registrarse en Wikiloc)
Para ver el vídeo del bono-ruta realizado por uno de los senderistas pinchar aquí.
Para ello nos dirigimos hacia el puente que se encuentra junto al cartel indicativo y lo atravesamos.
Nada más cruzar el puente nos encontramos una cabaña restaurada que se encontraba a la izquierda del sendero y bajo una montaña.
La ruta comenzaba con un sendero empedrado y nada más comenzar ya nos dimos cuenta que el camino iba a estar perfectamente señalizado, ya que había las típicas marcas blancas y amarillas, de los pequeños recorridos, cada muy poco tiempo. Estas marcas estaban tanto en postes de madera, destinados a tal fin, como en marcas en las rocas.
A los cinco minutos de comenzar a caminar nos encontramos en una curva una cabaña totalmente abandonada que estaba al borde del camino y que tenía una bonita vista de las montañas desde la puerta de entrada.
El primer tramo era en ligero ascenso con un desnivel de unos 100 metros y discurría junto al curso del arroyo Pandillo. También en este primer tramo empedrado, el sendero estaba marcado por un pastor eléctrico que supongo que servía para evitar que el ganado se dirigiese hacia el río cayendo por el gran desnivel.
A los quince minutos ya se veían las montañas de la zona de Valnera, aunque las nubes dificultaban la visibilidad, pero así todo era una bonita estampa.
También en este punto encontramos una señal que nos indicaba que caminábamos hacia las praderas de Ruyemas.
Siguiendo por el sendero podíamos ver el curso del río, el cual íbamos a seguir.
Justo enfrente, a la derecha del sendero, tenemos el camino por el que vamos a regresar, un bonito hayedo, aunque todavía sin las bonitas y llamativas hojas verdes que caracterizan los hayedos en la primavera. Es el el hayedo del monte Las Garmas o de Peñagafa.
Al poco rato de la anterior foto vimos una pequeña cascada que depositaba sus aguas al río Pandillo y que procedía del Cerro de la Vara (1.159 m.)
Enseguida tuvimos que cruzar un pequeño arroyo que se encontraba en mitad del camino y que para evitar confusión tenía una señal al otro lado del arroyo. Menos mal que no iba muy crecido ya que en caso contrario hubiese resultado complicado, lo cual recomienda que esta ruta no se haga en una época en la que haya habido muchas lluvias.
Ya estábamos llegando a las praderas de Ruyemas y se notaba porque nos acercábamos a una zona en la que abundaban cabañas, algunas de ellas en buen estado.
Mientras que había otras que estaban totalmente abandonadas y derruidas, una de ellas con un gran árbol caído sobre el tejado.
Los pequeños prados delimitados por muros de piedra cuentan con alguna que otra cabaña a la que suelen acompañar varios fresnos, todo ello en torno al discurrir del arroyo, tapizado por un bosque de galería formado por sauces y avellanos.
Ya en las praderas de Ruyemas nos encontramos una cercana montaña con una extraña forma al borde del sendero y que estaba llena de rocas con las que probablemente habrían construido los cerrados de los diferentes “praos”.
A los aproximadamente 45 minutos de haber iniciado la ruta ya nos encontrábamos en la cabañas de las praderas de Ruyema y habíamos llegado al extremo más alejado del PR-S-76, en el cual teníamos tres opciones para elegir. La primera de ellas, impensable, regresar de vuelta por el mismo camino, la segunda dirigirnos hacia el hayedo del monte Las Garmas y regresar por él y la tercera, que es la que hicimos, continuar hacia adelante y dirigirnos hacia las cascadas. Estábamos en ese momento en la encrucijada y nos dirigimos hacia las cascadas.
Aquí ya no había las marcas de pequeño recorrido que nos habían acompañado hasta ese momento, pero si nos encontramos un sendero fácilmente seguible en el que abundaban los típicos hitos formados por montoncitos de piedras. Lo primero fue atravesar una zona de avellanos que era atravesado por este sendero.
Una vez atravesada esta zona de avellanos continuamos por el sendero y llegamos a una bonita cabaña que se encontraba sobre un bonito «prao» verde y dentro de un cerrado de piedra, a los pies de las faldas de las montañas de Valnera.
Continuamos bordeando el cerrado y pudimos ver como entre los árboles aparecían las típicas cabañas pasiegas con sus tejado de lanchas de piedra o pizarra. parece mentira que en estas zonas tan recónditas se construyeran esas hermosas cabañas para el cuidado del ganado y para vivir en las épocas en las que las vacas estaban en estas zonas.
Ahora ya no teníamos señales claras para seguir nuestro recorrido hacia las cascadas, así que hicimos caso a unos hitos de piedra que nos dirigían a cruzar un pequeño arroyo ya seco.
Continuamos nuestra marcha orientándonos por esos hitos que unos amables senderistas habían dejado. Estos nos dirigían hacia otra cabaña y aquí es donde tuvimos que dejarnos llevar por la intuición y por el oído, ya que había dos posibles caminos, uno seguir una vaguada por la que circulaba un arroyo y que se dirigía hacia nuestra derecha y otro que seguía otra vaguada, por la que discurría otro arroyo, al final este era el arroyo Pandillo, y que se dirigía hacia la izquierda. Como teníamos tiempo y nuestro oído nos orientaba a que había una cascada cercana hacia nuestra derecha, pues nos dirigimos por ese lado.
Nos metimos por esta vaguada y caminábamos por un sendero que debía ser el cauce seco de algún arroyo, que seguramente en época de lluvias sería imposible de seguir.
Desde aquí, después de una hora de caminata ya teníamos una buena vista de lo que se conoce con el nombre de Muro de Peñallana, el cual se encuentra justo al lado de la carretera de las estacas de Trueba y encima del hayedo del monte Las Garmas o de Peñagafa.
Continuamos guiándonos de nuestro oído, nuestra orientación y sobre todo de los hitos de piedra que nos íbamos encontrando por el camino para dirigirnos hacia las ya próximas cascadas.
Continuando por esta vaguada ya nos dirigimos hacia el río por la proximidad que había a las cascadas y ya pudimos ver la primera de ellas.
Esta primera cascada no debía ser la que nos habían informado, ya que nos habían dicho que nos tendríamos que encontrar una cascada semejante a la del nacimiento del Asón, la famosa cascada de «cola de caballo» o la «cascada de Cailagua», así que continuamos el curso del río y nos volvimos a encontrar con otras nuevas cascadas pero que, aún siendo muy bonitas, no eran lo que estábamos buscando. Luego ya nos dimos cuenta de que no era la vaguada correcta, pero así todo seguimos buscándola.
En esta aproveché para hacerme una foto pasando por la pequeña presa que se formaba en la parte superior de la cascada.
Continuando por el cauce del arroyo llegamos a una última cascada, lo cual nos indicaba que no era el camino correcto, la cual impedía seguir caminando por dicho cauce.
Como íbamos bien de fuerzas y de tiempo cruzamos el arroyo por unas piedras y nos dirigimos al margen derecho del arroyo a ascender por un ladera muy «pindia» con la intención de ascender lo máximo que pudiésemos hasta llegar casi a la divisoria de Cantabria con Castilla-León, siempre siguiendo la vaguada, pero esta vez en vez de por el margen izquierdo del arroyo, por el margen derecho.
Por aquí nos dirigíamos hacia un punto que se encontraba entre el Pico del Rastro (1.236 m.) y Peña Negra (1.250 m.) y había una hermosa, aunque un poco nublada vista de lo que es el valle de la Vega de Pas.
Ahora ya nos encontrábamos más cerca del muro de Peñallana y pudimos hacer una foto más cercana. también en este punto, viendo lo que podíamos ver por los alrededores pudimos orientarnos en el plano y pudimos ver cómo este no era el camino correcto para llegar al nacimiento del arroyo Pandillo donde se encontraba la famosa cascada.
Aquí ya nos dimos cuenta de que íbamos a tener la mala suerte de no poder disfrutar de una buena vista de Peña Negra, ya que se nos estaban echando las nubes encima e impedían verla.
Así que después de un pequeño refrigerio, y rápido, porque hacía bastante frío nos dirigimos de nuevo hacia abajo, de nuevo hacia el arroyo, con la intención de coger en el cruce de las dos vaguadas el camino correcto para ver el nacimiento del Pandillo. En el descenso pudimos observar como se estaba despejando un poco y pudimos ver algo más claro la cima de Peña Negra.
Una vez que llegamos a la cabaña, donde antes indiqué que tuvimos que elegir si ir por la vaguada de la derecha o por la de la izquierda, nos desviamos hacia esta, siguiendo el margen del arroyo, y ahora sí, ya pudimos tener una bonita vista de la cascada donde nace el arroyo Pandillo, y que aún no siendo tan espectacular como la del Asón si es bastante bonita y de bastante altura.
Una vez vista la cascada regresamos por el mismo camino para dirigirnos al cruce de caminos donde habíamos dejado la última señal del PR-S-76, pero antes pudimos tener otra bonita vista de la cabaña que habíamos visto en la subida, esta vez por su parte sur.
Una vez pasada la cabaña y aprovechando que se había despejado un poco el día, aproveche para hacer una bonita panorámica de la zona.
Y ya estábamos de nuevo en el cruce que nos llevaba de regreso hacia el barrio de Pandillo, pero esta vez, no por el camino que usamos para subir, sino por el hayedo del monte Las Garmas. Este desvío hacia las cascadas nos había llevado un tiempo aproximado de 2 horas y unos cuatro kilómetros de marcha.
Aquí ya encontramos de nuevo las marcas blancas y amarillas de los pequeños recorridos, las cuales nos ayudaron a no perdernos ya que hay un punto en el que tiendes a seguir el sendero pero una marca te indica que es el camino erróneo y otra te dice cuál es el camino correcto, desviándote del sendero principal.
Ahora ya sólo queda seguir el camino indicado para dirigirnos por medio del hayedo hacia Pandillo. En el camino hay un pequeño puente que nos ayuda a cruzar un arroyo, el cual en este momento estaba prácticamente seco y por tanto no era muy necesario, pero seguro que días de aguas será muy útil.
Una vez pasado el puente pudimos ver una manada de cabras que se encontraban pastando tranquilamente al sol, hasta que nos vieron pasar, ya que lógicamente salieron asustadas.
Siguiendo por el sendero marcado, tuvimos que pasar de nuevo por el cauce de un arroyo , en el que menos mal que no bajaba agua, ya que nos hubiese dificultado su paso.
Ya estábamos totalmente dentro del hayedo, el cual, por la época del año en la que nos encontrábamos, todavía estaba sin las bonitas hojas verdes, típicas de una primavera ya cercana.
Desde aquí pudimos ver, aunque no muy claramente por culpa de las nubes, lo que podía ser la cima del Castro Valnera, ya que se podían distinguir algunas manchas de nieve, y por la época del invierno en la que nos encontrábamos, ya casi llegando a la primavera, sería de las únicas cimas que todavía podían tener algunas zonas de este manto blanco.
Ya estábamos llegando al final, y parecía que todavía estábamos a mucha altura para el poco tramo que quedaba, cuando encontramos una señal que nos dirigía hacia abajo para salvar el último gran desnivel.
Una vez salvado este último desnivel llegamos justo donde se encontraba el aparcamiento donde habíamos iniciado nuestra ruta. Allí nos cambiamos el calzado y nos dirigimos, ya en coche, hacia el pueblo de la Vega de Pas donde pudimos disfrutar de un buen pincho de tortilla y una refrescante Coca-cola y comprar unos deliciosos sobaos para llevar a casa.
Para ver la ruta en Google Earth pinchar sobre la imagen
Curva de altura en función del tiempo de marcha
Pandillo – Praderas de Ruyemas – Cabecera Pandillo – Monte de Las Garmas – Pandillo | |
Distancia Total | Ruta circular de 9,3 km, aunque el PR-S-76 tendría 4 km menos ya que es lo que empleamos en el desvío a las cascadas. |
Duración Total | El recorrido lo hicimos en 3 horas y 40 minutos, aunque empleamos 2 horas en desviarnos a las cascadas. Luego el PR-S-76 se haría en menos de 2 horas. |
Dificultad | La dificultad de la ruta es baja, la endurece un poco el último tramo de las cascadas. |
Desnivel | El desnivel es de aproximadamente 450 m., con un desnivel acumulado de aprox. 950 m. |
Tipo de camino | Hay tramos de sendero y otros, en el desvío hacia la cascada, pequeños caminillos abiertos por los senderistas y el ganado. |
Agua potable | El único el que podamos coger de los arroyos. |
Época recomendada | En cualquier época del año excepto después del deshielo y de días de lluvia. |
Cartografía y Bibliografía | Hoja 84-I (Vega de Pas) a escala 1:25.000 del Instituto Geográfico Nacional. |
Track GPS | Enlace a track para GPS en Wikiloc |