El sábado 11 de junio nos juntamos tres amigos senderistas para hacer una ruta por la zona de Iguña. El tiempo que daban para ese día no era muy malo, aunque al final sí que lo fue, tuvimos de todo, niebla cerrada, lluvia torrencial, lluvia ligera, rayos, truenos y vegetación de helechos muy cerrada que hizo que fuésemos todo el rato calados, menos mal que no hacía mucho frío.
Para ello nos dirigimos hacia el pueblo de Los Llares, perteneciente al municipio de Arenas de Iguña, lugar en el que ya habíamos iniciado en otra ocasión una ruta. Nos dirigimos hacia el final del pueblo por la carretera que lo atraviesa, hasta que llegamos a una zona recreativa con columpios y mesas para comer. Si siguiésemos por la carretera llegaríamos a la Braña de Brenes, donde en otra ocasión iniciamos otra ruta.
En esa zona recreativa aparcamos el coche y nos preparamos para iniciar la ruta, la cual pensábamos que iba a ser muy sencilla y no muy dura. Justo en esta zona había un cartel indicador con 10 de rutas que recorren el municipio de Arenas de Iguña. Nosotros teníamos la intención de hacer una que no estaba marcada como tal, pero que combinaba varias de ellas, la nº 6: «Camino viejo del Moral», la nº 7: «Cuchio – Moral» y la nº 9: «San Vicente de León – Obios», más un tramo sin marcar como ruta.
Para descargar el track para GPS desde Wikiloc pinchar aquí: (hay que registrarse en Wikiloc)
En el siguiente vídeo podemos ver a vista de pájaro la ruta realizada con algunas fotografías del recorrido.
Comenzamos a caminar por la pista que atraviesa el área recreativa y llegamos a un cruce en el que había un puente y unos carteles indicadores que nos dirigían hacia el PR-S 110 (Camino viejo de los Llares al Moral), así como la ruta 6 y 7. Así que nosotros seguimos los indicadores dejando el puente a nuestra izquierda,
La pista que atraviesa el puente se dirige hacia la zona recreativa del Vaho, mucho más grande que desde la que iniciamos la ruta y donde comenzamos una ruta en otra ocasión. Seguimos por este sendero el cual estaba cubierto por hierba pero que era fácilmente seguible.
Caminando por este sendero llegamos a un pequeño cruce en el que había una marca que nos dirigía hacia el PR-S 110, el cual no teníamos muy claro si teníamos que seguir, pero lo seguimos, ya que en principio el primer tramo de nuestra ruta era el camino viejo al Moral.
Al poco rato llegamos a otro cruce en el que encontramos otros carteles indicadores, uno que marcaba la ruta nº 6 y que nosotros no íbamos a seguir y otro que nos dirigía hacia la nº 7 y que sí seguiríamos.
Estábamos en el Cuchío (Cuchillo), ya que era donde se iniciaba la ruta nº 7, entre el Cuchío y el Moral. Así que comenzamos a seguir esta ruta, abandonando la nº 6, del camino viejo al Moral. Lo primero que hicimos fue atravesar un renovado puente, ya que habíamos visto fotos de años atrás, en las que este puente estaba bastante dañado, y que servía para cruzar el río Los Llares o Valdeiguña.
Nada más cruzar el puente salimos de la zona cubierta por arbolado bajo y salimos a una zona más despejada de árboles, pero cubierta totalmente de helechos, los cuales se habían comido totalmente el sendero a seguir. Comenzamos a seguir ese sendero cubierto de helechos en dirección ascendente por la divisoria que nos llevaría a la cima de La Manzana.
Aquí comenzó la primera de las dificultades de la ruta, el sendero, que no se veía bien, estaba cubierto de helechos, los cuales estaban mojados y en algunos tramos nos llegaban al pecho, por lo cual toda esa agua nos mojaba pantalones e incluso las camisetas, añadiendo la duda de que nos agarrase alguna de las garrapatas que abundan en los helechales. Además de esta dificultad se añadía otra y era la elevada pendiente que teníamos que salvar, en la que en algunos tramos tuvimos que echar las manos para ayudarnos.
La pendiente media era muy fuerte, aproximadamente de un 35% según mis cálculos, pero en algunos tramos era todavía mayor, ya que faltó poco para tener que escalar, menos mal que en algunos tramos más verticales había unas piedras que hacían de escalera. Después de estar ascendiendo durante una media hora por esta dura pendiente teníamos una magnífica vista del Valle de Iguña y del camino que habíamos seguido.
Parecía que ya habíamos llegado a la cima de La Manzana, pero cuando llegabas a lo que parecía que era la cima, te aparecía otra detrás, y luego otra.
Esta tampoco era la cima final, salvamos las piedras por la parte derecha y seguimos en ascenso. Este tramo entre la humedad, los helechos, la pendiente y el agua que se nos había colado desde el pantalón hacia el interior del calzado, se nos estaba haciendo bastante duro, aunque ya parecía que llegábamos al final. Pero no, todavía quedaba un pequeño tramo, que esta vez pasaba junto un bonito acebal que ya estaba empezando a cubrirse por la niebla.
Después de una hora y cuarenta minutos y sólo 3,7 km, habíamos llegado a la cima de la Manzana (921 m) y lo notamos porque desaparecieron los árboles, desapareció la pendiente, salimos a una zona cubierta de vegetación baja y apareció otro enemigo que se sumó a la marcha durante un buen rato, un montón de pegajosas moscas que no se separaban de ti ni un instante.
A partir de este punto se nos echaría la niebla encima, la cual nos impidió poder disfrutar de las montañas del entorno y de las vistas del alrededor. Aunque el camino no estaba muy bien marcado y la niebla nos dificultaba el seguirlo, parecía que íbamos por el camino correcto ya que al poco rato nos encontramos una señal del PR-S 110 tirada en el suelo.
Seguimos caminando por lo que parecía un sendero y que iba por la cresta de la montaña en dirección suroeste hasta que llegamos a una extraña construcción que se encontraba a nuestra derecha, se trataba de un cerrado de piedra de bastante altura con una puerta que estaba tirada.
Una vez dentro ya vimos que se trataba de un cerrado con panales de miel en su interior. En principio el cerrado es para impedir que animales salvajes, principalmente osos, se adentren en su interior y destruyan los panales para comerse la miel.
En concreto, una vez que llegué a casa descubrí en este enlace que se trataba del «Colmenar antiguo en los cerros y bosques primitivos de Cacedío y La Manzana», en recuerdo de Arsenio Ruiz Fernández.
El colmenar estaba formado por una serie de dujos al resguardo de una pared, generalmente orientada al sur y que les sirve de protección. Los dujos son las colmenas tradicionales que se construían antiguamente aprovechando los troncos huecos de los árboles que se encontraban por el monte, aunque si estos escaseaban, se cortaban y se vaciaban los troncos manualmente.
Las medidas óptimas de los dujos venían a ser de unos cincuenta centímetros de diámetro y entre setenta y cien de alto. Se buscaba que el tronco estuviera en buen estado y las paredes con un grosor de cuatro a seis centímetros, para que no se abrieran y pudieran aislar del frío a las abejas. A media altura se hacía «la piquera». La piquera es una abertura, en forma de agujeros o de ranura, que sirve de puerta de entrada y salida para las abejas. Por dentro se colocan una o dos cruces para que las abejas puedan sujetar los paneles. Los huecos o fisuras se sellaban con boñiga de las vacas o con arcilla para proteger el interior contra el frío y el agua. Para aislar la humedad del suelo, el dujo se coloca sobre una base de piedra, y la boca superior se tapa con una tabla y sobre ella una laja de piedra que sirve de tejadillo protegiendo de la lluvia, nieve y frío. A veces se corona con tejas y piedras, para evitar que el viento pueda levantar la tapa y dejar el interior a la intemperie.
Nos encontrábamos en la crestera que va de La Manzana hacia la cima del Cacedío. Una vez que visitamos este llamativo colmenar continuamos por la divisoria hacia la siguiente cima, y entre la niebla descubrimos una cabaña – refugio. Se trataba del refugio de Cacedío.
Entramos en si interior para ver el estado en el que se encontraba, y aunque era un poco pequeño se encontraba en muy buen estado, y si lo hubiésemos pillado un poco más tarde, cuando nos cogió la lluvia torrencial, nos hubiese servido para protegernos.
Después de visitar este refugio seguimos caminando hacia la zona de El Salce, llegando a los pies de Cueto Esquina (1.046 m.) donde se encontraba una señal que indicaba el desvío hacia la ermita del Moral, la cual, en condiciones normales de visibilidad, creo que se vería desde este punto.
Justo al lado de este desvío hacia el Moral se encontraba escondido entre la niebla un bonito rebaño de yeguas con sus potrillos que pastaban tranquilamente.
Todavía seguíamos en un ligero ascenso y volvimos a tener un bonito acebal cubierto de niebla a nuestra derecha.
Seguimos caminando por un sendero poco marcado a las faldas del Cueto Esquina donde nos encontramos un bebedero para el ganado, el cual dejamos a nuestra mano derecha.
Cuando íbamos caminando por este senderillo nos encontramos a un paisano que se encontraba «perreando» por los montes. Nos explicó que perrear, que no tiene nada que ver con el baile de moda del reggaetón, consistía en soltar a los perros para que sigan el rastro de los jabalíes y entrenarles de cara a la próxima temporada de caza. Nos dijo que ya habían sacado a algún jabalí y que los estaba siguiendo con un sistema de GPS. También le preguntamos si levantaría el tiempo, tal y como nosotros pensábamos, pero nos dijo que no levantaría y que incluso iría a peor. Posteriormente nos encontramos un 4×4 que estaba haciendo lo mismo, y dio la casualidad de que uno de los que iba en este vehículo había sido alumno mío. Continuamos por este sendero hasta que llegamos a una pista ancha, por la que podríamos llegar a la ermita del Moral, o hasta Bárcena Mayor.
Ahora sólo nos quedaba seguir la pista si perderla ni un momento y sin coger el desvío que baja hacia Bárcena Mayor, aunque sería difícil encontrar dicho desvío por la intensa niebla.
También entre la densa niebla tuvimos, de repente, una vista de unas bonitas vacas tudancas que pastaban tranquilamente.
No teníamos muy claro por dónde íbamos, ya que no podíamos tener ninguna referencia externa, no se veían cimas cercanas, pistas cercanas, ni nada de nada, así que cuando llegamos a un punto en el que la pista era atravesada por una línea de AT de 130 kV, la cual partía de la central hidroeléctrica de Torina y pasaría por los saltos del Nansa en Puente Nansa y la central de Urdón en el desfiladero de la Hermida, ya supimos por dónde andábamos.
Del resto del camino hasta el pico Obios poco tengo que decir, ya que no veíamos nada, la niebla era muy densa y lo único que hacíamos es seguir andando, siguiendo por la pista. Después de estar caminando 5,3 km por esta pista llegamos a un punto en el que la abandonamos, cogiendo otra que se dirigía hacia nuestro desvío, en este caso es la ruta 3 desde Pujayo a Pico Obios, que ya hicimos en otra ocasión, pero hace tantos años que todavía no subía las rutas al blog.
Según lo que ponía en el indicador nos quedaban 720 m. hasta la cima, y así fue, al poco tiempo apareció delante nuestro el punto geodésico.
Pero nos extrañaba que no veíamos las grandes antenas que hay en ese puto y en cuanto llegamos al punto geodésico se empezó a ver entre la niebla el edificio de protección contra incendios la antena y los paneles fotovoltaicos para alimentación de esta instalación.
También en este punto había dos indicadores, uno que indicaba el camino hacia Pujayo y otro en el que nos indicaba que estábamos en el Pico Obios (1.222 m.) de esta ruta nº 3 desde Pujayo a Pico Obios. Allí empezó a hacer frío y ponerse peor el tiempo por lo que nos abrigamos y tomamos unos frutos secos antes de hacernos un selfie y reanudar la marcha.
Viendo que el paisano que nos encontramos «perreando», tenía razón con respecto al cambio de tiempo, no nos quedó más remedio que iniciar el descenso lo antes posible, ya que de verdad el tiempo estaba empeorando. En principio encontramos una pista que previsiblemente nos llevaba hacia San Vicente de León, pero como el track del GPS nos indicaba la dirección contraria decidimos seguir el track, campo a través y no seguir nuestro instinto de coger la pista.
Después de caminar campo a través, siguiendo el track, al final enlazamos con la pista, que posteriormente pudimos comprobar que era la misma que habíamos visto arriba, pero que no nos atrevimos a coger por no estar seguros y no coincidir con nuestro track.
Seguimos por la pista hasta que encontramos de nuevo unas señales que indicaban que cerca había un desvío, aunque no lo veíamos por la niebla.
Uno de los indicadores nos decía que la pista principal nos dirigía a nuestro destino en San Vicente de León y el otro se desviaba hacia Pujayo. A los pocos metros llegamos a dicho cruce que bajaba por una pista llena de zig-zag hacia Pujayo.
Según el último indicador nos quedaban 8,4 km hasta San Vicente de León, todos ellos por una pista en constante descenso, en principio con bastante niebla y que iba por las faldas de la Sierra de la Rasía.
En un momento del descenso de repente desapareció la niebla y pudimos ver una imagen de un monte que nos quedaba a nuestra espalda y que debía ser El Navajos (1.064 m.)
También en una mirada hacia el sur nos pareció ver al fondo la silueta de Pico Jano.
También, aprovechando que la niebla estaba un poco más baja y por tanto por donde estábamos se encontraba más despejado aproveché a hacer una fotografía a la Sierra de Peña Sagra y el Cueto Concilla .
En este descenso tuvimos que acelerar bastante el paso, ya que empezaron a caer unas gotas gordas, que amenazaban lluvia torrencial, tal y como sucedió, aunque duró poco tiempo, menos mal, y luego se convirtió en una lluvia fina constante. En ese descenso encontramos un gran depósito de agua, que seguramente serviría para alimentar a algún pueblo y al estar abierto por arriba para servir a los helicópteros en caso de incendio. Este depósito se encontraba a los pies del Monte Corona (943 m.)
En ese descenso por la pista nos encontramos un cruce de pistas que indicaba la ruta nº 10: Los Llares – La Serrulda. En un principio pensamos en cogerla, pero cómo desconocíamos a dónde se dirigía decidimos seguir el track que se dirigía hacia San Vicente de león. menos mal que no lo cogimos, ya que no lleva directamente a Los Llares, si no que enlaza con otra ruta, la nº 8: Cuchisecos – Joyancón.
A los pocos metros nos encontramos un desvío a mano izquierda que tampoco cogimos y que se dirigía hacia una gran explotación ganadera, que contaba con una gran casa y se encontraba en la zona del Berdugal.
Poco después cambio la pista, y pasó de ser una con piedra suelta a convertirse en una carretera.
Cuando ya llevábamos caminados casi 22 km, llegamos a un punto en el que nos apareció una imagen que no nos esperábamos. Se trataba de un calvario con tres cruces y que se encontraba justo encima del pueblo de San Vicente de León, en el conocido con el nombre del Campo de la Cruz.
Una vez acabado el recorrido estuve buscando qué era este calvario y encontré una web en la que lo explicaba, este es el enlace. En el año 1953 fue cuando se levantaron estas cruces, en agradecimiento a la labor que habían realizado los padres capuchinos que recalaron en ese pueblo alto de Arenas de Iguña, tras su paso por las misiones. Su labor espiritual y educativa dejó huella en forma de tres grandes cruces que obligaban a llevar la mirada hacia la cumbre. Las inclemencias meteorológicas se impusieron, y con el tiempo las cruces sucumbieron a la naturaleza.
La Asociación Cultural Serruldá se marcó el objetivo de recuperar ese Calvario y con la ayuda de la Junta Vecinal de San Vicente de León y Los Llares han vuelto a poner en pie tres cruces: la principal de 8,40 metros de alta y las otras dos de 6,40 metros.
Por último, antes de iniciar la marcha aprovechamos para hacernos un selfie con el calvario de fondo, aunque para nosotros este último tramo también estaba resultando un calvario, ya que estábamos empapados y seguía lloviendo. Nos tocaba a una cruz a cada uno.
Seguimos descendiendo hacia el pueblo de San Vicente de León por la carretera.
Pero justo antes de llegar al pueblo cogimos un desvío hacia la izquierda, que en principio se dirigía hacia los Llares.
Nos adentramos por esta pista después de atravesar una portilla, pero la pista se complicó bastante y nos metimos en una zona bastante boscosa, con unos castaños centenarios.
La pista se complicaba bastante llegando a encontrarnos dos o tres momentos en los que la pista se encontraba cortada por unos árboles que la atravesaban.
En esas ocasiones nos tuvimos que salir del sendero principal para salvar esos obstáculos. En principio este sendero estaba marcado, pero se complicaba bastante y en un par de ocasiones nos salimos del sendero, metiéndonos en una zona de helechos, alguno de los cuales eran más altos que nosotros. La verdad que el camino estaba muy mal conservado. Después de dar marcha atrás en un par de ocasiones volvimos a encontrar el sendero principal y seguimos descendiendo, pasando por al lado de otro depósito de agua.
Seguimos descendiendo hasta que llegamos al río Los Llares o Valdeiguña, pero no había forma de cruzarlo, así que volvimos atrás para encontrar un pequeño sendero que se dirigía a un puente.
Al poco de entrar en este desvío llegamos al puente que cruzaba el río y hacia allá nos dirigimos.
Al poco de cruzar el puente nos metimos entre unas casas y al final llegamos a la carretera que se dirige hacia la zona recreativa.
Después de 24,25 km y una marcha de 6 horas y 40 minutos concluimos esta dura ruta. Así que lo primero que hicimos fue cambiarnos la empapada ropa y el calzado y ponernos a comer ya que, al estar lloviendo en la ruta, no nos paramos a comer en ella, si no que esperamos al final del recorrido para comer. Una vez que nos cambiamos, comimos y recuperamos fuerzas, nos fuimos en coche a unos de los pueblos del Valle de Iguña a tomar un refresco antes de regresar hacia Santander.
Para ver la ruta en Wikiloc pinchar sobre la imagen.
Curva de altura en función del tiempo de marcha.
Los Llares – La Manzana – Pico Obios – San Vicente de León – los Llares | |
Distancia Total | Ruta circular de 24,25 km. |
Duración Total | El recorrido lo hicimos en seis horas y cuarenta minutos, y estaríamos parados aproximadamente media hora. |
Dificultad | La ruta fue dura, primero por la dura pendiente inicial, la distancia, la niebla y las condiciones meteorológicas. |
Desnivel | El desnivel es de aproximadamente 978 m. con un desnivel acumulado de unos 1.132 m. |
Tipo de camino | Todo el camino fue pistas, camberas, senderos y campo a través. |
Agua potable | No encontramos ninguna fuente, sólo los ríos y arroyos del camino. |
Época recomendada | Recomendable en cualquier época del año menos en invierno por la nieve y la niebla. |
Cartografía y Bibliografía | Hoja 58-III (Arenas de Iguña) y 83-I (Molledo) a escala 1:25.000 del Instituto Geográfico Nacional. |
Track GPS | Enlace a track para GPS en Wikiloc |
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