Feeds:
Entradas
Comentarios

Posts Tagged ‘dujos’


El sábado 20 de enero nos juntamos 6 amigos senderistas para hacer una ruta de senderismo. Como no teníamos asegurado el tiempo nos dirigimos a una zona que daban buen tiempo ya que se encuentra al sur de Cantabria, en la zona de Valderredible. De todas las rutas posibles por esa zona nos decidimos por una ruta que, comenzando en Bustillo del Monte, circula por un bosque de robles milenarios para luego ascender hasta la cima más elevada de Valderredible, el Bigüenzo (1.289 m.) Para ello nos dirigimos por la carretera que va hacia Reinosa y posteriormente la que se dirige hacia Polientes. Casi en el kilómetro 11 de esta carretera cogimos el desvío hacia Bustillo del Monte. Aunque el tiempo que daban era despejado, a medida que nos íbamos acercando a nuestro inicio de la ruta la temperatura era cada vez más baja, llegando a los -9,5º C.

Una vez que llegamos al pueblo buscamos un aparcamiento para los dos coches y para ello nos dirigimos hacia la iglesia de San Martín.

Iglesia de San Martín en Bustillo del Monte.

La Iglesia de San Martín fue construida bajo el estilo barroco en el siglo XVIII. Este templo de planta rectangular cuenta con una torre – campanario de tres alturas, duplicando así la altura de la iglesia. Esta torre antiguamente contaba con cuatro campanas, actualmente tiene solo dos. En estas se pueden leer en una: “Bustelli a Monte MCMXVII” y en la otra: “CHRISTUS REGNAT, CHRISTUS VINCIT, CHRISTUS IMPERAT”. A cinco metros sobre la puerta en la torre hay una piedra con una inscripción en la cual indica el año en que se construyó la iglesia y a cargo de quien estuvo la construcción. En el interior de la Iglesia de San Martín se aloja la imagen de una Virgen Sedente de estilo gótico del siglo XIV.

En este punto preparamos nuestro calzado, la ropa de abrigo, la cual hizo falta sólo en el inicio de la ruta, ya que luego el día estuvo estupendo y la temperatura subió unos 20ºC, de los -9,5ºC a los 11º C.

Para descargar el track para GPS desde Wikiloc pinchar aqui: (hay que registrarse en Wikiloc).

En el siguiente vídeo podemos ver a vista de pájaro la ruta realizada con algunas fotografías del recorrido.

Iniciamos la ruta dirigiéndonos por la carretera que subimos con el coche hasta justo la entrada del pueblo, donde cogimos un desvío hacia nuestra izquierda, el cual está justo al lado de la parada del autobús. Caminamos por esa carretera hasta que encontramos a unos 200 m. un desvío a una pista hacia nuestra derecha en la que hay un cartel indicador con la ruta de los robles milenarios grabada en la madera.

Desvío hacia la derecha siguiendo ruta de robles

Caminamos durante unos metros por este sendero, en el que en ese momento se encontraba la hierba y los pequeños charcos congelados por el frío que hacía en ese lugar. Cuando íbamos por este sendero nos encontramos con otro que venía por nuestra derecha, el cual seguimos un pequeño tramo y rápidamente abandonamos para coger otro sendero hacia nuestra derecha. Seguimos las marcas que nos iban indicando el camino hacia el bosque de robles milenarios.

Caminando por sendero congelado.

Este sendero nos dirigía hacia un puente que atraviesa el arroyo Ronero, el cual atravesamos.

Puente sobre el arroyo Ronero.

Nada más cruzar el puente ya nos encontramos un indicador de que hasta ese punto llega un gasoducto, el cual encontraremos de nuevo más adelante. A partir de aquí nos adentramos en el bosque de Bustillo o Costisanti.

Entrando en el bosque y viendo los primeros robles.

Este bosque de Bustillo o Costisanti formó parte del Monte Hijedo antes del siglo XVIII. Durante ese siglo, la tala para hacer pastos y la extracción de madera para las ferrerías, navíos y traviesas del ferrocarril de La Robla produjeron una reducción de la superficie del Hijedo de las 10.000 a las 2.000 hectáreas actuales, separándose de este Monte de Bustillo, donde han quedado los ejemplares de roble albar más viejos. El camino por el bosque es fácil de seguir, ya que hay un sendero bien marcado y señalizado.

Sendero por mitad del bosque.

En este monte se encuentran majestuosos robles, siendo el más impresionante “El Joven”, un roble albar milenario de 25 metros de altura y una circunferencia en la base de casi 12 metros. Este roble le dejamos a nuestra izquierda al poco de cruzar el puente, pero decidimos no ir a verlo.

Uno de los majestuosos robles al lado del camino.

En este bosque nos podemos encontrar un cercado de piedra llamado «El huerto de los chones», utilizado por los vecinos de Bustillo del Monte hasta mediados del siglo XIX para guardar a los cerdos después de que estos pasasen la jornada comiendo las bellotas del bosque. A su lado, hay una pozona cuya finalidad era que los cerdos se bañasen en su barro para eliminar las garrapatas. Existen también restos de aserraderos que utilizaban los vecinos de Bustillo del Monte para hacer vigas, cabrios o tablas que luego utilizaban en la construcción de sus casas. Tienen forma rectangular y consisten en dos paredes sobre las que se colocaba el tronco. Por este sendero vamos encontrando muchos robles de gran tamaño y un espectacular robledal.

Otro de los espectaculares robles en el camino.

Continuamos subiendo tranquilamente durante poco más de una hora y unos 3km y pico, y el sendero nos lleva a la parte alta del gasoducto que vimos al principio junto al puente.

Llegando a la parte superior del gasoducto.

En este punto cruzamos la alambrada y atravesamos el paso canadiense, el cual estaba lleno de agua totalmente congelada. En este punto fui a hidratarme un poco bebiendo agua de mi «camel bag» y me di cuenta de que estaba obstruida. En principio pensé que se había retorcido el tubo en el interior de la mochila y por eso no salía el agua, pero no fue así, observé que todo el tubo estaba totalmente congelado. Nunca me había pasado. Después de atravesar el paso canadiense caminamos por esta pista que se encontraba junto a un pinar.

Caminando por pista junto a pinar.

Pensábamos que teníamos que caminar un buen tramo por esta cómoda pista, pero no era así. Nos dimos cuenta de que el track que llevábamos había cogido otro desvío a mano izquierda, unos metros atrás de donde estábamos, así que retrocedimos hasta encontrar el desvío.

Desvío de la pista principal hacia otra pista secundaria.

Desde esta pista se tenía una magnífica vista del pueblo de Bustillo del Monte, perfectamente orientado al sur y con las montañas de Campoo al fondo.

Bustillo del Monte y al fondo las montañas de Campoo.

Caminamos unos metros por esta pista secundaria, intentando estar atentos, ya que enseguida tenemos que abandonarla hacia la izquierda, y para ello buscamos unos hitos para adentrarnos de nuevo en el robledal.

Hitos que nos marcan el camino para adentrarnos de nuevo en el robledal.

Ahora nuestro objetivo es atravesar este robledal, intentando buscar el camino más cómodo y limpio en busca de nuestro primer objetivo, el roble milenario más viejo de este bosque, El abuelo.

Atravesando el robledal de nuevo, pero campo a través.

En este tramo no había ningún sendero definido, así que nos vamos guiando de nuestro instinto y sobre todo del track que llevábamos. Después de estar caminando unos veinte minutos por este robledal buscando los caminos más cómodos llegamos al majestuoso y superviviente a los rayos e incendios, El Abuelo.

Roble El Abuelo.

Este roble sufrió el impacto de un rayo y el 11 de agosto de 2012 un incendio, que pudo ser provocado, en el monte de Bustillo lo quemó, quedando en mal estado. Cabe destacar  una mención especial para los vecinos de Bustillo del Monte, que colaboraron durante dos días sin descanso para que el fuego provocado por algún desaprensivo no arrasase el pueblo valluco y tampoco más robles centenarios. Este roble tiene un perímetro de aproximadamente 6 metros en su base. Aunque haya sufrido esos incendios actualmente estaba echando los primeros brotes.

El tramo que va desde El Abuelo, a través de la zona Entre las Juntas se hace muy incómodo de andar. Se hace campo a través y con una vegetación muy densa que hace que nos pinchemos constantemente con los escajos. Nosotros intentamos buscar el camino más cómodo, yendo de un sitio a otro hasta que llegamos a un punto en que se empezó a aclarar el bosque y encontramos un pequeño sendero.

Saliendo de la zona complicada del bosque hacia un senderillo.

Una vez que llegamos a este sendero lo único que tenemos que hacer es seguirlo hasta llegar a un nuevo puente sobre el arroyo Ronero.

Nuevo puente sobre el arroyo Ronero.

Cruzamos el puente y ahora nos tenemos que acercar hasta una pista que va un poco más alto de donde nosotros nos encontramos. En este punto nos llamó la atención una gran cantidad de pequeños bloques de hormigón que estaban dispuestos de una manera muy alineada en el suelo. Más adelante volvimos a ver otra agrupación de estos bloques. Para llegar a la pista no nos quedó más remedio que ir zigzagueando por la empinada cuesta hasta llegar hasta la buscada pista.

Ascendiendo por la pronunciada pendiente hasta la pista.

Una vez en la pista dudamos si dirigirnos hacia la derecha o hacia la izquierda, andamos un poco hacia la izquierda y vimos que la pista no giraba hacia nuestro destino, así que la cogimos hacia la derecha.

Pista a la que ascendimos, cogiéndola hacia la derecha.

Una vez en la pista y cogido el sentido adecuado nos encontramos una portilla con un paso canadiense. Nada más pasar la portilla con el paso canadiense cogemos una nueva pista que se encontraba a nuestra mano izquierda.

Portilla con paso canadiense y pista de la izquierda, que es la que cogimos.

Después de caminar unos 900 m. por esta cómoda pista veíamos que la pista se dirigía hacia el Bigüenzo, pero por sus faldas, sin llegar a la cima. Cuando comprobamos el track observamos que unos metros antes de donde nos encontrábamos había que girar hacia la izquierda, así que regresamos y encontramos un desvío por un camino-sendero, que es el que cogimos.

Desvío hacia camino-sendero sobre el prado.

A los pocos metros de ir por este camino – sendero nos encontramos un prado en el que había un bebedero para el ganado.

Bebedero para el ganado junto a sendero.

Desde este punto ya se veía claramente el sendero que teníamos que seguir y que no abandonaríamos hasta llegar a la cima del Bigüenzo. Ya cuando estábamos prácticamente en la cima me volvió a llamar la atención un conjunto de losetas que se encontraban perfectamente alineadas, como los bloques que vimos al poco de pasar el segundo puente sobre el arroyo Ronero. A continuación, pongo una foto y si alguien sabe lo que es que lo ponga en los comentarios. Mi idea que es una estructura para colocar colmenas y así protegerlas de la humedad del terreno, pero es mi idea, que no sé si será la correcta. Ahí va la foto.

Conjunto de losetas, presumiblemente para la colocación de colmenas, pero …

Ya faltaban pocos metros para la cima una vez que pasamos junto a estas losetas y ya se podían apreciar claramente las antenas que se ubican en la cima.

Llegando a la cima.

En la cima destacaban principalmente tres cosas, en primer lugar, el conjunto de antenas, edificio y un punto geodésico. En el edificio lo que más nos llamó la atención fue el tiempo que debería de llevar cerrado, ya que se encontraba totalmente cubierto de moscas muertas.

Antenas, edificio y punto geodésico.

En segundo lugar, nos llamó la atención el pinar que se encontraba a la derecha de las antenas en la que había un pequeño refugio de montaña, el cual no estaba muy bien cuidado (es una edificación sin puertas que serviría para protegerse de una tormenta repentina, no para pasar noche).

Pinar y refugio.

Y en tercer lugar, las espectaculares vistas desde este punto. Por un lado, hacia el norte, se podía ver el pantano del Ebro.

Pantano del Ebro desde la cima.

Hacia el oeste se podían ver las montañas de Campoo, algunas de ellas cubiertas de nieve.

Montañas de Campoo.

Y como no, no puede haber un lugar con un punto geodésico en lo alto y que no me suba para hacer una panorámica desde dicho punto.

Panorámica desde lo alto del punto geodésico.

Y esto es todo lo que pudimos disfrutar desde la cima más alta de toda la zona de Valderredible y en la cabaña este letrero indicador de dónde nos encontrábamos.

Cartel indicador en edificación.

Y como casi siempre que hacemos una cima, no podía faltar el selfie del grupo de senderistas que habíamos participado en esta ruta.

Selfie en la cima.

Una vez que disfrutamos de las vistas, recuperamos fuerzas y tomamos un refrigerio iniciamos el descenso, que para que fuese circular lo hicimos por otro camino. Para ello nos dirigimos hacia un caminillo que había a la derecha de una de las antenas.

Camino de descenso junto a antena.

Este camino circulaba por el borde de un bosque en el que dominan los pinos y desde el que volvimos a tener una magnífica vista de toda la herradura de Campoo.

Herradura de Campoo en el descenso desde el Bigüenzo.

Cuando ya casi llegamos al final de este bosque, el sendero hace un giro de 90º y se dirige de nuevo a un nuevo bosque, pero este ya de nuevo de robles, aunque más jóvenes que los que vimos al principio de la ruta. Atravesamos ese bosque en dirección al pueblo de Loma Somera.

Atravesando robledal de camino a Loma Somera,

Un poco antes de llegar al pueblo de Loma Somera nos encontramos uno de los robles más espectaculares de la zona, el cual tiene hasta nombre. Se trataba del roble La Piruta.

Roble La Piruta.

Este roble albar tiene una circunferencia a una altura 1,30 m de 6,61 m y una altura de 17,80 m. Para comprobar la inmensidad de este árbol le intentamos abrazar entre todos y necesitamos cuatro personas para bordearlo.

La Piruta e indicadores de dos rutas.

Desde esta altura se podía tener una buena visión del pequeño pueblo de Loma Somera, en el que sólo viven menos de una docena de personas.

Loma Somera desde La Piruta.

Llegamos al pueblo y cogimos la carretera que iba hacia la izquierda y que se dirige hacia la entrada del pueblo.

Carretera por la que bajamos y queda entrada al pueblo.

A los pocos metros de salir del pueblo nos salimos de esta carretera principal, cogiendo una secundaria que se encontraba a mano izquierda y que en principio se dirigía hacia Bustillo del Monte.

Desvío hacia la izquierda por carretera secundaria.

A la derecha de esta carretera secundaria nos encontramos una pequeña construcción, en concreto un humilladero. El humilladero está cerrado con reja de madera y en su interior hay una cruz grande de madera y en cada lateral un cuadro de la Virgen.

Humilladero de Loma Somera.

A los pocos metros de este humilladero nos encontramos dos extrañas construcciones, que en principio no sabíamos de qué se trataban, parecía una cabaña a la que se le había caído el tejado, o un cercado de muro de piedra, pero con una puerta de madera.

Extraña construcción.

Pero cuando ya nos acercamos a una de ellas vimos claramente de qué se trataba, es más en otra ruta que hicimos en otra ocasión también vimos una construcción igual que esta, pinchar aquí para ver la ruta. Y, ¿de qué se trataba?, pues nada más y nada menos que de colmenares. Se trata de una zona amurallada de una cierta altura en cuyo interior se ubican las colmenas, en algunos sitios conocidas como dujos. Los dujos son las colmenas tradicionales que se construían antiguamente aprovechando los troncos huecos de los árboles que se encontraban por el monte, aunque si estos escaseaban, se cortaban y se vaciaban los troncos manualmente. Este tipo de cerrados en otras comunidades tienen otros nombres, cortín, curtín o cortíu en la zona de Asturias y León, alvarizas, alvares o abellariza en la zona de Galicia, colmeneiros o curmeneirus en Sanabria (Zamora), corrales o muros en Extremadura y silhas o malhadas en Portugal. La misión concreta de estas construcciones era la de evitar que los osos ( o en otros casos el ganado) destruyeran los dujos en los que las abejas almacenaban la tan ansiada miel por parte de estos plantígrados

Colmenar con sus dujos en el interior.

Continuamos caminando por esta cómoda pista y cuando habíamos caminado unos 700 metros desde las colmenas nos encontramos un cruce que tenía un desvío a derecha e izquierda. Nosotros cogimos el desvío de la derecha y nos dirigimos hacia una pequeña ermita.

Ermita de la Virgen de la Somera.

La ermita de la Virgen de la Somera es de estilo romántico tardío y fue construida alrededor del siglo XIII, siendo remodelada en los siglos XVII y XVIII. En sus muros norte y sur vemos que conserva la cornisa y los canecillos. En el muro sur estos son de caveto los que se encuentran en los extremos, una figura de pie humanizada y geometrizada, una cabeza de animal y dos rollos arriba y abajo.

Muro sur de la fachada.

En el muro norte los canecillos tienen figura humana sentada y geometrizada, uno más de forma similar pero bastante deteriorado, una cabeza de animal y un rollo debajo, dos rollos horizontales arriba y abajo y la superposición de dos cavetos. Una vez dentro de la ermita podemos ver que el presbiterio está cubierto con bóveda de cañón apuntado. Un arco triunfal apuntado que descansa sobre cimacios biselados debajo de los cuales encontramos capiteles con decoraciones geometrizadas. En su interior la Ermita de la Virgen de la Somera alberga un retablo gótico del siglo XV en el que podemos apreciar a la Virgen patrona de la Ermita. Como en ese momento la ermita estaba cerrada sólo pudios asomarnos a uno de los ventanucos y esto es lo que observamos.

Vista interior de la ermita de la Virgen de Somera.

Regresamos de nuevo a la pista principal y después de recorrer unos 1700 m. llegamos al final de la ruta en Bustillo del Monte. Después de 6 horas y 10 minutos de caminata y 19 km llegamos al final del recorrido. Posteriormente nos fuimos al área de servicio de Fombellida donde tomamos un refresco y comentamos la ruta.

Para ver la ruta en Wikiloc pinchar sobre la imagen.

Ruta en Google maps.

Curva de altura en función del tiempo de marcha.

Curva altura-tiempo.

 

Bustillo del Monte – robles milenarios – Bigüenzo – Loma Somera – Bustillo del Monte
Distancia Total Ruta circular de 19,30 km.
Duración Total El recorrido lo hicimos en seis horas y cincuenta y cuatro minutos, con paradas de casi una hora en total.
Dificultad La ruta es de nivel moderado  y lo único duro es la distancia con el desnivel acumulado.
Desnivel El desnivel es de aproximadamente 430 m. con un desnivel acumulado de unos 700 m.
Tipo de camino Todo el camino fue pistas, senderos y campo a través.
Agua potable Encontramos arroyos y laguillos a lo largo del recorrido, pero desconozco su potabilidad. Mejor llevar agua.
Época recomendada Recomendable en cualquier época del año.
Cartografía y Bibliografía Hoja 108-III (Mataporquera) 108-IV (Espinosa de Bricia) a escala 1:25.000 del Instituto Geográfico Nacional.
Track GPS Enlace a track para GPS en Wikiloc

Read Full Post »


El sábado 11 de junio nos juntamos tres amigos senderistas para hacer una ruta por la zona de Iguña. El tiempo que daban para ese día no era muy malo, aunque al final sí que lo fue, tuvimos de todo, niebla cerrada, lluvia torrencial, lluvia ligera, rayos, truenos y vegetación de helechos muy cerrada que hizo que fuésemos todo el rato calados, menos mal que no hacía mucho frío.

Para ello nos dirigimos hacia el pueblo de Los Llares, perteneciente al municipio de Arenas de Iguña, lugar en el que ya habíamos iniciado en otra ocasión una ruta. Nos dirigimos hacia el final del pueblo por la carretera que lo atraviesa, hasta que llegamos a una zona recreativa con columpios y mesas para comer. Si siguiésemos por la carretera llegaríamos a la Braña de Brenes, donde en otra ocasión iniciamos otra ruta.

Área recreativa donde aparcamos e iniciamos la ruta

En esa zona recreativa aparcamos el coche y nos preparamos para iniciar la ruta, la cual pensábamos que iba a ser muy sencilla y no muy dura. Justo en esta zona había un cartel indicador con 10 de rutas que recorren el municipio de Arenas de Iguña. Nosotros teníamos la intención de hacer una que no estaba marcada como tal, pero que combinaba varias de ellas, la nº 6: «Camino viejo del Moral», la nº 7: «Cuchio – Moral» y la nº 9: «San Vicente de León – Obios», más un tramo sin marcar como ruta.

Cartel con rutas del municipio de Arenas de Iguña

Para descargar el track para GPS desde Wikiloc pinchar aquí: (hay que registrarse en Wikiloc)

En el siguiente vídeo podemos ver a vista de pájaro la ruta realizada con algunas fotografías del recorrido.

Comenzamos a caminar por la pista que atraviesa el área recreativa y llegamos a un cruce en el que había un puente y unos carteles indicadores que nos dirigían hacia el PR-S 110 (Camino viejo de los Llares al Moral), así como la ruta 6 y 7. Así que nosotros seguimos los indicadores dejando el puente a nuestra izquierda,

Abandonamos la pista y nos dirigimos hacia la derecha siguiendo indicadores

La pista que atraviesa el puente se dirige hacia la zona recreativa del Vaho, mucho más grande que desde la que iniciamos la ruta y donde comenzamos una ruta en otra ocasión. Seguimos por este sendero el cual estaba cubierto por hierba pero que era fácilmente seguible.

Sendero paralelo al río

Caminando por este sendero llegamos a un pequeño cruce en el que había una marca que nos dirigía hacia el PR-S 110, el cual no teníamos muy claro si teníamos que seguir, pero lo seguimos, ya que en principio el primer tramo de nuestra ruta era el camino viejo al Moral.

Siguiendo los indicadores hacia el PR-S 110

Al poco rato llegamos a otro cruce en el que encontramos otros carteles indicadores, uno que marcaba la ruta nº 6 y que nosotros no íbamos a seguir y otro que nos dirigía hacia la nº 7 y que sí seguiríamos.

Cruce con dos rutas, la nº 6 y la nº 7, la cual seguiríamos.

Estábamos en el Cuchío (Cuchillo), ya que era donde se iniciaba la ruta nº 7, entre el Cuchío y el Moral. Así que comenzamos a seguir esta ruta, abandonando la nº 6, del camino viejo al Moral. Lo primero que hicimos fue atravesar un renovado puente, ya que habíamos visto fotos de años atrás, en las que este puente estaba bastante dañado, y que servía para cruzar el río Los Llares o Valdeiguña.

Puente sobre el río Los Llares o Valdeiguña

Nada más cruzar el puente salimos de la zona cubierta por arbolado bajo y salimos a una zona más despejada de árboles, pero cubierta totalmente de helechos, los cuales se habían comido totalmente el sendero a seguir. Comenzamos a seguir ese sendero cubierto de helechos en dirección ascendente por la divisoria que nos llevaría a la cima de La Manzana.

Iniciando el ascenso por sendero cubierto de helechos

Aquí comenzó la primera de las dificultades de la ruta, el sendero, que no se veía bien, estaba cubierto de helechos, los cuales estaban mojados y en algunos tramos nos llegaban al pecho, por lo cual toda esa agua nos mojaba pantalones e incluso las camisetas, añadiendo la duda de que nos agarrase alguna de las garrapatas que abundan en los helechales. Además de esta dificultad se añadía otra y era la elevada pendiente que teníamos que salvar, en la que en algunos tramos tuvimos que echar las manos para ayudarnos.

Ascendiendo entre los helechos

La pendiente media era muy fuerte, aproximadamente de un 35% según mis cálculos, pero en algunos tramos era todavía mayor, ya que faltó poco para tener que escalar, menos mal que en algunos tramos más verticales había unas piedras que hacían de escalera. Después de estar ascendiendo durante una media hora por esta dura pendiente teníamos una magnífica vista del Valle de Iguña y del camino que habíamos seguido.

Vistas del Valle de Iguña desde la primera de las cimas

Parecía que ya habíamos llegado a la cima de La Manzana, pero cuando llegabas a lo que parecía que era la cima, te aparecía otra detrás, y luego otra.

Lo que parecía que era al cima final

Esta tampoco era la cima final, salvamos las piedras por la parte derecha y seguimos en ascenso. Este tramo entre la humedad, los helechos, la pendiente y el agua que se nos había colado desde el pantalón hacia el interior del calzado, se nos estaba haciendo bastante duro, aunque ya parecía que llegábamos al final. Pero no, todavía quedaba un pequeño tramo, que esta vez pasaba junto un bonito acebal que ya estaba empezando a cubrirse por la niebla.

Acebal a nuestra derecha en el ascenso a la cima de La Manzana

Después de una hora y cuarenta minutos y sólo 3,7 km, habíamos llegado a la cima de la Manzana (921 m) y lo notamos porque desaparecieron los árboles, desapareció la pendiente, salimos a una zona cubierta de vegetación baja y apareció otro enemigo que se sumó a la marcha durante un buen rato, un montón de pegajosas moscas que no se separaban de ti ni un instante.

Llegando a la cima de la Manzana cubierta de pegajosas moscas

A partir de este punto se nos echaría la niebla encima, la cual nos impidió poder disfrutar de las montañas del entorno y de las vistas del alrededor. Aunque el camino no estaba muy bien marcado y la niebla nos dificultaba el seguirlo, parecía que íbamos por el camino correcto ya que al poco rato nos encontramos una señal del PR-S 110 tirada en el suelo.

Marca tirada en el suelo que nos indicaba que íbamos por el camino correcto

Seguimos caminando por lo que parecía un sendero y que iba por la cresta de la montaña en dirección suroeste hasta que llegamos a una extraña construcción que se encontraba a nuestra derecha, se trataba de un cerrado de piedra de bastante altura con una puerta que estaba tirada.

Extraña construcción en mitad del monte

Una vez dentro ya vimos que se trataba de un cerrado con panales de miel en su interior. En principio el cerrado es para impedir que animales salvajes, principalmente osos, se adentren en su interior y destruyan los panales para comerse la miel.

Panales en el interior del cerrado

En concreto, una vez que llegué a casa descubrí en este enlace  que se trataba del «Colmenar antiguo en los cerros y bosques primitivos de Cacedío y La Manzana», en recuerdo de Arsenio Ruiz Fernández.

Placa del colmenar

El colmenar estaba formado por una serie de dujos al resguardo de una pared, generalmente orientada al sur y que les sirve de protección. Los dujos son las colmenas tradicionales que se construían antiguamente aprovechando los troncos huecos de los árboles que se encontraban por el monte, aunque si estos escaseaban, se cortaban y se vaciaban los troncos manualmente.

Uno de los dujos del colmenar

Las medidas óptimas de los dujos venían a ser de unos cincuenta centímetros de diámetro y entre setenta y cien de alto. Se buscaba que el tronco estuviera en buen estado y las paredes con un grosor de cuatro a seis centímetros, para que no se abrieran y pudieran aislar del frío a las abejas. A media altura se hacía «la piquera». La piquera es una abertura, en forma de agujeros o de ranura, que sirve de puerta de entrada y salida para las abejas. Por dentro se colocan una o dos cruces para que las abejas puedan sujetar los paneles. Los huecos o fisuras se sellaban con boñiga de las vacas o con arcilla para proteger el interior contra el frío y el agua. Para aislar la humedad del suelo, el dujo se coloca sobre una base de piedra, y la boca superior se tapa con una tabla y sobre ella una laja de piedra que sirve de tejadillo protegiendo de la lluvia, nieve y frío. A veces se corona con tejas y piedras, para evitar que el viento pueda levantar la tapa y dejar el interior a la intemperie.

Nos encontrábamos en la crestera que va de La Manzana hacia la cima del Cacedío. Una vez que visitamos este llamativo colmenar continuamos por la divisoria hacia la siguiente cima, y entre la niebla descubrimos una cabaña – refugio. Se trataba del refugio de Cacedío.

Refugio de Cacedío

Entramos en si interior para ver el estado en el que se encontraba, y aunque era un poco pequeño se encontraba en muy buen estado, y si lo hubiésemos pillado un poco más tarde, cuando nos cogió la lluvia torrencial, nos hubiese servido para protegernos.

Interior del refugio de Cacedío

Después de visitar este refugio seguimos caminando hacia la zona de El Salce, llegando a los pies de Cueto Esquina (1.046 m.) donde se encontraba una señal que indicaba el desvío hacia la ermita del Moral, la cual, en condiciones normales de visibilidad, creo que se vería desde este punto.

Desvío hacia el Moral

Justo al lado de este desvío hacia el Moral se encontraba escondido entre la niebla un bonito rebaño de yeguas con sus potrillos que pastaban tranquilamente.

Yeguas con sus potrillos

Todavía seguíamos en un ligero ascenso y volvimos a tener un bonito acebal cubierto de niebla a nuestra derecha.

Acebal cubierto de niebla

Seguimos caminando por un sendero poco marcado a las faldas del Cueto Esquina donde nos encontramos un bebedero para el ganado, el cual dejamos a nuestra mano derecha.

Bebedero para el ganado

Cuando íbamos caminando por este senderillo nos encontramos a un paisano que se encontraba «perreando» por los montes. Nos explicó que perrear, que no tiene nada que ver con el baile de moda del reggaetón, consistía en soltar a los perros para que sigan el rastro de los jabalíes y entrenarles de cara a la próxima temporada de caza. Nos dijo que ya habían sacado a algún jabalí y que los estaba siguiendo con un sistema de GPS. También le preguntamos si levantaría el tiempo, tal y como nosotros pensábamos, pero nos dijo que no levantaría y que incluso iría a peor. Posteriormente nos encontramos un 4×4 que estaba haciendo lo mismo, y dio la casualidad de que uno de los que iba en este vehículo había sido alumno mío. Continuamos por este sendero hasta que llegamos a una pista ancha, por la que podríamos llegar a la ermita del Moral, o hasta Bárcena Mayor.

Entrando en la pista principal

Ahora sólo nos quedaba seguir la pista si perderla ni un momento y sin coger el desvío que baja hacia Bárcena Mayor, aunque sería difícil encontrar dicho desvío por la intensa niebla.

Pista entre la niebla

También entre la densa niebla tuvimos, de repente, una vista de unas bonitas vacas tudancas que pastaban tranquilamente.

Tudancas entre la niebla

No teníamos muy claro por dónde íbamos, ya que no podíamos tener ninguna referencia externa, no se veían cimas cercanas, pistas cercanas, ni nada de nada, así que cuando llegamos a un punto en el que la pista era atravesada por una línea de AT de 130 kV, la cual partía de la central hidroeléctrica de Torina y pasaría por los saltos del Nansa en Puente Nansa y la central de Urdón en el desfiladero de la Hermida, ya supimos por dónde andábamos.

Pasando bajo línea eléctrica de 130 kV.

Del resto del camino hasta el pico Obios poco tengo que decir, ya que no veíamos nada, la niebla era muy densa y lo único que hacíamos es seguir andando, siguiendo por la pista. Después de estar caminando 5,3 km por esta pista llegamos a un punto en el que la abandonamos, cogiendo otra que se dirigía hacia nuestro desvío, en este caso es la ruta 3 desde Pujayo a Pico Obios, que ya hicimos en otra ocasión, pero hace tantos años que todavía no subía las rutas al blog.

Desvío hacia Pico Obios

Según lo que ponía en el indicador nos quedaban 720 m. hasta la cima, y así fue, al poco tiempo apareció delante nuestro el punto geodésico.

Punto geodésico en Pico Obios

Pero nos extrañaba que no veíamos las grandes antenas que hay en ese puto y en cuanto llegamos al punto geodésico se empezó a ver entre la niebla el edificio de protección contra incendios la antena y los paneles fotovoltaicos para alimentación de esta instalación.

Antenas en Pico Obios

También en este punto había dos indicadores, uno que indicaba el camino hacia Pujayo y otro en el que nos indicaba que estábamos en el Pico Obios (1.222 m.) de esta ruta nº 3 desde Pujayo a Pico Obios. Allí empezó a hacer frío y ponerse peor el tiempo por lo que nos abrigamos y tomamos unos frutos secos antes de hacernos un selfie y reanudar la marcha.

Selfie en Pico Obios

Viendo que el paisano que nos encontramos «perreando», tenía razón con respecto al cambio de tiempo, no nos quedó más remedio que iniciar el descenso lo antes posible, ya que de verdad el tiempo estaba empeorando. En principio encontramos una pista que previsiblemente nos llevaba hacia San Vicente de León, pero como el track del GPS nos indicaba la dirección contraria decidimos seguir el track, campo a través y no seguir nuestro instinto de coger la pista.

Caminando campo a través siguiendo el track en vez de coger la pista

Después de caminar campo a través, siguiendo el track, al final enlazamos con la pista, que posteriormente pudimos comprobar que era la misma que habíamos visto arriba, pero que no nos atrevimos a coger por no estar seguros y no coincidir con nuestro track.

Cogiendo la pista que va hacia Pujayo y San Vicente de León

Seguimos por la pista hasta que encontramos de nuevo unas señales que indicaban que cerca había un desvío, aunque no lo veíamos por la niebla.

Próximos a un cruce

Uno de los indicadores nos decía que la pista principal nos dirigía a nuestro destino en San Vicente de León y el otro se desviaba hacia Pujayo. A los pocos metros llegamos a dicho cruce que bajaba por una pista llena de zig-zag hacia Pujayo.

Desvío hacia Pujayo

Según el último indicador nos quedaban 8,4 km hasta San Vicente de León, todos ellos por una pista en constante descenso, en principio con bastante niebla y que iba por las faldas de la Sierra de la Rasía.

Descendiendo por la pista hacia San Vicente de León

En un momento del descenso de repente desapareció la niebla y pudimos ver una imagen de un monte que nos quedaba a nuestra espalda y que debía ser El Navajos (1.064 m.)

Pista a las faldas de la Sierra de la Rasía con el Navajos en primer lugar

También en una mirada hacia el sur nos pareció ver al fondo la silueta de Pico Jano.

Pico Jano al fondo

También, aprovechando que la niebla estaba un poco más baja y por tanto por donde estábamos se encontraba más despejado aproveché a hacer una fotografía a la Sierra de Peña Sagra y el Cueto Concilla .

Peña Sagra al fondo

En este descenso tuvimos que acelerar bastante el paso, ya que empezaron a caer unas gotas gordas, que amenazaban lluvia torrencial, tal y como sucedió, aunque duró poco tiempo, menos mal, y luego se convirtió en una lluvia fina constante. En ese descenso encontramos un gran depósito de agua, que seguramente serviría para alimentar a algún pueblo y al estar abierto por arriba para servir a los helicópteros en caso de incendio. Este depósito se encontraba a los pies del Monte Corona (943 m.)

Depósito de agua junto a la pista

En ese descenso por la pista nos encontramos un cruce de pistas que indicaba la ruta nº 10: Los Llares – La Serrulda. En un principio pensamos en cogerla, pero cómo desconocíamos a dónde se dirigía decidimos seguir el track que se dirigía hacia San Vicente de león. menos mal que no lo cogimos, ya que no lleva directamente a Los Llares, si no que enlaza con otra ruta, la nº 8: Cuchisecos – Joyancón.

Desvío hacia ruta nº 10, que no cogimos

A los pocos metros nos encontramos un desvío a mano izquierda que tampoco cogimos y que se dirigía hacia una gran explotación ganadera, que contaba con una gran casa y se encontraba en la zona del Berdugal.

Cruce que no cogimos

Poco después cambio la pista, y pasó de ser una con piedra suelta a convertirse en una carretera.

Descendiendo por la carretera

Cuando ya llevábamos caminados casi 22 km, llegamos a un punto en el que nos apareció una imagen que no nos esperábamos. Se trataba de un calvario con tres cruces y que se encontraba justo encima del pueblo de San Vicente de León, en el conocido con el nombre del Campo de la Cruz.

Calvario sobre San Vicente de León

Una vez acabado el recorrido estuve buscando qué era este calvario y encontré una web en la que lo explicaba, este es el enlace. En el año 1953 fue cuando se levantaron estas cruces, en agradecimiento a la labor que habían realizado los padres capuchinos que recalaron en ese pueblo alto de Arenas de Iguña, tras su paso por las misiones. Su labor espiritual y educativa dejó huella en forma de tres grandes cruces que obligaban a llevar la mirada hacia la cumbre. Las inclemencias meteorológicas se impusieron, y con el tiempo las cruces sucumbieron a la naturaleza.

La Asociación Cultural Serruldá se marcó el objetivo de recuperar ese Calvario y con la ayuda de la Junta Vecinal de San Vicente de León y Los Llares han vuelto a poner en pie tres cruces: la principal de 8,40 metros de alta y las otras dos de 6,40 metros.

Por último, antes de iniciar la marcha aprovechamos para hacernos un selfie con el calvario de fondo, aunque para nosotros este último tramo también estaba resultando un calvario, ya que estábamos empapados y seguía lloviendo. Nos tocaba a una cruz a cada uno.

Selfie en el «Calvario»

Seguimos descendiendo hacia el pueblo de San Vicente de León por la carretera.

San Vicente de León

Pero justo antes de llegar al pueblo cogimos un desvío hacia la izquierda, que en principio se dirigía hacia los Llares.

Desvío hacia Los Llares

Nos adentramos por esta pista después de atravesar una portilla, pero la pista se complicó bastante y nos metimos en una zona bastante boscosa, con unos castaños centenarios.

Alguno de los ejemplares de castaños de esta zona

La pista se complicaba bastante llegando a encontrarnos dos o tres momentos en los que la pista se encontraba cortada por unos árboles que la atravesaban.

Unos de los varios árboles que cortaban el sendero

En esas ocasiones nos tuvimos que salir del sendero principal para salvar esos obstáculos. En principio este sendero estaba marcado, pero se complicaba bastante y en un par de ocasiones nos salimos del sendero, metiéndonos en una zona de helechos, alguno de los cuales eran más altos que nosotros. La verdad que el camino estaba muy mal conservado. Después de dar marcha atrás en un par de ocasiones volvimos a encontrar el sendero principal y seguimos descendiendo, pasando por al lado de otro depósito de agua.

Depósito junto a sendero

Seguimos descendiendo hasta que llegamos al río Los Llares o Valdeiguña, pero no había forma de cruzarlo, así que volvimos atrás para encontrar un pequeño sendero que se dirigía a un puente.

Desvío hacia el puente

Al poco de entrar en este desvío llegamos al puente que cruzaba el río y hacia allá nos dirigimos.

Puente sobre el río Los Llares o Valdeiguña

Al poco de cruzar el puente nos metimos entre unas casas y al final llegamos a la carretera que se dirige hacia la zona recreativa.

Llegando a la carretera

Después de 24,25 km y una marcha de 6 horas y 40 minutos concluimos esta dura ruta. Así que lo primero que hicimos fue cambiarnos la empapada ropa y el calzado y ponernos a comer ya que, al estar lloviendo en la ruta, no nos paramos a comer en ella, si no que esperamos al final del recorrido para comer. Una vez que nos cambiamos, comimos y recuperamos fuerzas, nos fuimos en coche a unos de los pueblos del Valle de Iguña a tomar un refresco antes de regresar hacia Santander.

Para ver la ruta en Wikiloc pinchar sobre la imagen.

Curva de altura en función del tiempo de marcha.

Curva altura – tiempo

 

Los Llares – La Manzana – Pico Obios – San Vicente de León – los Llares
Distancia Total Ruta circular de 24,25 km.
Duración Total El recorrido lo hicimos en seis horas y cuarenta minutos, y estaríamos parados aproximadamente media hora.
Dificultad La ruta fue dura, primero por la dura pendiente inicial, la distancia, la niebla y las condiciones meteorológicas.
Desnivel El desnivel es de aproximadamente 978 m. con un desnivel acumulado de unos 1.132 m.
Tipo de camino Todo el camino fue pistas, camberas, senderos y campo a través.
Agua potable No encontramos ninguna fuente, sólo los ríos y arroyos del camino.
Época recomendada Recomendable en cualquier época del año menos en invierno por la nieve y la niebla.
Cartografía y Bibliografía Hoja 58-III (Arenas de Iguña) y 83-I (Molledo) a escala 1:25.000 del Instituto Geográfico Nacional.
Track GPS Enlace a track para GPS en Wikiloc

Read Full Post »