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Posts Tagged ‘Collado de Pasaneu’


El miércoles 28 de Diciembre, día de los Santos Inocentes, nos juntamos 5 senderistas para hacer el bonoruta de fin de año. En principio íbamos a ser 6, pero debido a un problema de salud de una hija, una de las componentes no pudo ir, por lo que se nos redujo las posibilidades de la ruta, ya que teníamos pensado hacer una travesía e íbamos a llevar dos coches.

Una de las rutas de travesía era realizar la senda del potro, que va desde La Lastra hasta Pujanda, pero si la hacíamos de ida y vuelta o circular se iba a hacer bastante larga, por eso nos decidimos a realizar otra ruta mítica, que ya hemos realizado en otras dos ocasiones, pero en esta la iniciaríamos desde el único sitio que no la habíamos iniciado. Se trata del ascenso al Machu-Picchu Cántabro, es decir a la Braña de Los Tejos. Este destino ya lo hemos realizado desde Santa María de Lebeña y desde Cicera, así que en esta ocasión la haríamos desde San Pedro de Bedoya.

Para ello salimos de Santander a las 08:00 horas, ya que hasta el punto de salida hay una hora y tres cuartos de viaje, en dirección a Potes y unos kilómetros antes, en el pueblo de Tama, cogimos el desvío hacia San Pedro de Bedoya. Una vez en el pueblo, a -1ºC, aparcamos el coche y pudimos disfrutar de una maravillosa vista de los Picos de Europa.

Picos de Europa desde San Pedro de Bedoya

Picos de Europa desde San Pedro de Bedoya

Después de aparcar y ponernos ropa de abrigo, ya que hacía bastante frío, iniciamos la caminata, la cual en principio íbamos a intentar hacer circular, ya que teníamos un track en el GPS que así nos guiaba, aunque no parecía muy clara y si veíamos alguna dificultad haríamos la ida y vuelta por el mismo lugar.

Inicio de la ruta

Inicio de la ruta

Justo en el punto de salida encontramos unas flechas que nos indicaban que un pequeño recorrido nos llevaría fácilmente hasta nuestro destino, como así fue, ya que durante todo el camino de ascenso no tuvimos ninguna dificultad y sólo tuvimos que seguir las típicas franjas amarillo-blancas. Se trataba de el PR-S 04, aunque también en ese mismo punto se encontraba el inicio de otra ruta que iba al cercano pueblo de Salarzón por el PR-S 88.

Para descargar el track para GPS desde Wikiloc pinchar aquí: (hay que registrarse en Wikiloc)

Indicadores del PR-S 04

Indicadores del PR-S 04

También junto a estos indicadores había unos carteles que daban una pequeña descripción de la importancia del Tejo en la historia de Cantabria, así como una ruta por el Valle de Bedoya para conocer los pueblos de dicho valle, Cobeña, Esanos, Pumareña, Salarzón, San Pedro de Bedoya y Trillayo y que pertenecen al ayuntamiento de Cillorigo de Liébana.

Nada más empezar a caminar por una cómoda pista nos encontramos una casa en la que destacaba un gran horno de barro, de los que se solían utilizar para la cocción del pan.

Típico horno de leña

Típico horno de leña

La pista comenzaba en un ligero ascenso con un piso de hormigón, pero al poco rato se convertía en una pista, ancha y cómoda de tierra, que aunque en esta época lo normal es que estuviese cubierta de nieve o barro, en esta ocasión estaba totalmente seca, lo cual facilitaba el caminar.

Pista hormigonada

Pista hormigonada

En seguida nos encontramos el primero de los múltiples cruces que no tendríamos que coger. Se trataba del desvío hacia Salarzón por el PR-S 88. Lógicamente nosotros no lo cogimos.

Desvío hacia Salarzón

Desvío hacia Salarzón

Continuaba haciendo frío, así que seguimos ascendiendo ligeramente intentando entrar en calor. Enseguida nos encontramos el primero de los pasos canadienses con su portilla para evitar que se escape el ganado.

Primero de los pasos canadienses

Primero de los pasos canadienses

Aunque nos encontramos bastantes desvíos, no tuvimos que coger ninguno de ellos y además en cada uno de ellos había una marca amarillo-blanca del PR, que nos indicaba el camino correcto.

Otro de los desvíos

Otro de los desvíos

Ya habíamos entrado en calor y tuvimos que hacer la primera de las paradas para despojarnos de las ropas de abrigo, gorros, guantes y cazadora fuera, parecía que estábamos en plena primavera, el sol ya apretaba, no había prácticamente viento, así que a disfrutar de la ruta y del tiempo. Esto fue al llegar a una gran braña en la que se encontraba una cabaña, en concreto en los invernales de Toja.

Invernales de Toja

Invernales de Toja

A partir de esta punto el ascenso se hizo bastante más durillo, pero empezamos a tener unas magníficas vistas de la zona, en la que destacaban los cercanos Picos de Europa.

Primera de las bonitas vistas de los Picos de Europa

Primera de las bonitas vistas de los Picos de Europa

En este ascenso nos encontramos varias «instalaciones» de tirolinas que iban de unos árboles a otros y que pertenecen a la empresa Territorio Canopy, empresa que se dedica al descenso de dos kilometros por el bosque de Bedoya (El Robleu) en 16 tirolinas con 16 plataformas en las que hay dos rapel aéreos y un puente tibetano.

Una de las plataformas para el descenso en tirolina

Una de las plataformas para el descenso en tirolina

En este duro ascenso nos encontramos el segundo y creo que último paso canadiense de todo el recorrido. Lo atravesamos y continuamos nuestro ascenso por la pista zigzagueante.

Segundo paso canadiense

Segundo paso canadiense

Continuando por la pista ya estábamos llegando al final del ascenso y nos encontramos a nuestra izquierda el pico El Collado o el Pico Taruey (1.314 m), en el que también destacaba una pequeña cabaña, a la cual nos acercamos para tomar un ligero respiro, desviándonos ligeramente de la pista, y esperar a uno de los componentes del grupo que había decidido ascender a este pico.

Pico el Collado y cabaña

Pico el Collado y cabaña

Junto a esta pequeña cabaña se tenía una magnífica vista del collado por el que tendríamos que ir después de descender de la Braña de Los Tejos, se trata de un collado entre La Peña (1.364 m.) y Peña Crespa (1.278 m.), ambas pertenecientes a la Sierra de Peña La Ventosa.

Collado por el que en el regreso pasaríamos

Collado por el que en el regreso pasaríamos

También desde aquí se tendría una vista del refugio que, según he leído y me he informado, se encuentra en el collado de Taruey, aunque según el mapa del IGN este collado no se encuentra aquí sino a nuestra izquierda según miramos el refugio. Yo pienso que es más correcto lo que escribe la gente, que lo que viene en el mapa del IGN, ya que en este mapa también viene mal indicado dónde se encuentra la Braña de los Tejos. También se divisa el Collado de Pasaneu.

Refugio en collado Taruey y Collado Pasaneu arriba

Refugio en collado Taruey y Collado Pasaneu arriba

Por último desde la misma cabaña también se ve a dónde tenemos que ascender todavía, a la Braña de los Tejos, la cual se encuentra justo detrás de las rocas de en frente.

Arriba, la Braña de Los Tejos

Arriba, la Braña de Los Tejos

Después del pequeño descanso nos dirigimos hacia el refugio que se encuentra en el collado de Taruey y el cual se encuentra en magníficas condiciones de conservación y además tiene cabida para bastantes montañeros.

Interior del refugio en collado de Taruey

Interior del refugio en collado de Taruey

Después de visitar el refugio nos dirigimos por la pista en dirección del collado de Pasaneu.

Continuando por la pista en dirección al collado de Pasaneu

Continuando por la pista en dirección al collado de Pasaneu

En esta pista nos encontramos un cruce que ya habíamos visto en otra ocasión cuando ascendimos a la Braña de Los Tejos desde Santa María de Lebeña.

Cruce a Santa María de Lebeña

Cruce a Santa María de Lebeña

Después de unos minutos llegamos al collado de Pasaneu, que junto con el anterior collado de Taruey, eran lugares de paso de Liébana hacia la costa, antes de la construcción en el siglo XIX de la carretera del desfiladero de  La Hermida.

En collado de Pasaneu

Charca en collado de Pasaneu

Parece lógico que antes de la construcción de la carretera que circula por el desfiladero de la Hermida, este fuese el paso natural para ir desde la zona de Liébana hacia la costa, ya que desde este punto se tiene una magnífica visión de la costa, en concreto de San Vicente de la Barquera.

La costa desde Collado de Pasaneu

La costa desde Collado de Pasaneu

 Al llegar al collado Pasaneu nos encontramos una señal que nos indicaba el camino a la Braña Los Tejos, la cual no tiene pérdida. Nos quedaba una pequeña pendiente hasta llegar a nuestro destino, así que seguimos el camino y llegamos a la ansiada Braña de Los Tejos.

Vista general de la Braña de Los Tejos

Vista general de la Braña de Los Tejos

Ahora sólo quedaba maravillarnos de este espectáculo arbóreo, empezando por un espectacular acebo con sus frutos rojos que se encontraba junto a la entrada.

Acebo espectacular

Acebo espectacular

Luego me hice la típica foto que me he realizado en las otras dos ocasiones que he visitado la braña de Los Tejos. Se trata de un tejo, creo que milenario por su tamaño, y que es mi árbol favorito, me parece espectacular, así que aquí os lo dejo.

Bajo el grandioso tejo

Bajo el grandioso tejo

Como ya he explicado en otras ocasiones el tejo se puede considerar el árbol sagrado de los cántabros, ya que según los historiadores, las hojas y semillas de este árbol eran utilizadas por los guerreros cántabros para quitarse la vida antes de ser apresados por el ejército romano, ya que estas semillas y hojas son muy venenosas. Continuamos paseando por la braña viendo otros árboles espectaculares que salen de entre las rocas.

Tejo saliendo entre las rocas

Tejo saliendo entre las rocas

La razón de que estos árboles saliesen de entre las rocas parece ser que es debido a que los animales que comían sus semillas expulsaban sus excrementos entres estas rocas o fallecían en sus guaridas y allí brotaban esas semillas. Aquí tenemos otro ejemplo de estos árboles.

Otro tejo saliendo de la roca

Otro tejo saliendo de la roca

El interior del tronco del tejo está hueco. Desde los nódulos de las ramas, una raíz interna desciende por la oquedad hasta llegar al suelo, enraizarse y generar un tronco nuevo, mientras se seca y cae el que lo rodea. Por eso es tan longevo. Por eso el tejo es eterno. Un dicho popular inglés reza así:

  • Las vidas de tres zarzos, la vida de un perro.
  • Las vidas de tres perros, la vida de un caballo.
  • Las vidas de tres caballos, la vida de un hombre.
  • Las vidas de tres hombres, la vida de un águila.
  • Las vidas de tres águilas, la vida de un tejo.
  • La vida de un tejo, la longitud de una era.
  • Siete eras desde la creación hasta el día del juicio.

Aquí se puede observar cómo el tronco del tejo es hueco.

Tejo con tronco hueco

Tejo con tronco hueco

Una vez realizado un paseo por toda la braña viendo los diferentes tejos, así como la mina de blenda que se encuentra en la misma braña y que se conoce con el nombre de mina de Arceón, y de la cuál se obtiene el zinc para hacer el galvanizado de los metales, principalmente del acero, algunos de los senderistas nos hicimos una foto teniendo como fondo los picos de Europa y en concreto el Samelar, el San Carlos o Sagrado Corazón y la Morra de Lechugales.

Foto delante de los Picos de Europa

Foto delante de los Picos de Europa

Además aproveché a realizar una panorámica en la que he reflejado el nombre de las principales cimas de la Cordillera Cantábrica, Bistruey (2.002 m), Curavacas (2.520 m), Peña Prieta (2.539m) y Coriscao (2.534 m) y de los Picos de Europa, Morra de Lechugales (2.437 m), Sagrado Corazón o San Carlos (2.214 m), Samelar (2.229 m) y el cercano Peña Ventosa (1.434 m)

Principales cimas de Picos de Europa

Principales cimas de la Cordillera Cantábrica y de los Picos de Europa

Después de las fotos nos comimos los bocadillos e hicimos un momento de reposo antes de iniciar el camino de vuelta. Teníamos dos posibilidades, regresar por el mismo camino, algo que no nos apetecía, o hacer la circular que teníamos en el segundo GPS, ya que en el principal se nos acabaron las pilas, lo cual significaba hacer caso a algo que no sabíamos cómo sería. Así todo decidimos hacerla circular. Para ello nos dirigimos en dirección a Peña Ventosa por un estrecho sendero.

Sendero de inicio del camino de descenso

Sendero de inicio del camino de descenso

Aquí no había un sendero claramente marcado pero encontrábamos diferentes senderos que íbamos cogiendo y que creíamos, como luego así fue, que nos llevaban al sitio correcto.

Realizando el descenso

Realizando el descenso

Nos dirigíamos a la parte baja de la Sierra de las Cuerres, lugar donde se encuentra la Braña de los Tejos, zona por la que se encuentra el arroyo de los Casares y Lamasón, del cual sólo se podía ver su curso seco sin agua. Para ello tuvimos que descender por un bosque de jóvenes hayas.

Descendiendo por bosque de hayas hacia el arroyo

Descendiendo por bosque de hayas hacia el arroyo

Una vez en la parte inferior, por donde debería estar el arroyo, llegamos a una braña que nos sonaba bastante ya que habíamos pasado cuando ascendimos a la Braña de los Tejos desde Santa María de Lebeña.

Braña en la parte baja y lugar que se pasaría si se sube desde Lebaña

Braña en la parte baja y lugar que se pasaría si se sube desde Lebeña

Ahora iniciaríamos el ascenso hacia un colado que en el IGN lo nombra como collado de Taruey, pero que los usuarios no lo llaman así, es el collado que se encuentra entre Peña Crespa y La Peña. En ese ascenso no encontramos un roble que parecía que estaba seco y lo que sucedía es que su tronco estaba hueco y quemado en su interior y parecía que tenía una portezuela. No pude resistir a acercarme a él y hacerle una foto.

Roble con tronco hueco y quemado

Roble con tronco hueco y quemado

Una vez en ese collado se veía claramente un senderillo que llevaba a otro collado, pero según el track del GPS había que dirigirse en dirección a una zona rocosa, así que esohicimos, pero a medida que avanzábamos y escalábamos por esta zona rocosa el track cambiaba su dirección hacia el collado que se veía desde abajo, así que nos salimos de ese lío de rocas en el que nos estábamos metiendo y llegamos al collado, punto en el que volvimos a coger el track correcto.

En el segundo collado desde el que se veía el Collado de Taruey, el refugio,...

En el segundo collado desde el que se veía el Collado de Taruey, el refugio, y destacando, Cascuerres (1561 m) y sobre todo El Tumbo(1841 m)

Este era el colado que vimos y fotografiamos cuando estuvimos en el collado de Taruey junto a la cabaña, sin saber que tendríamos que pasar por él. Así que para los siguientes que vayan no es necesario meterse en las rocas sino seguir el sencillo y cómodo sendero. Bueno ya estábamos arriba y por el otro lado del collado la vista era espectacular, divisando abajo el pueblo de Salarzón, al que teóricamente teníamos que descender.

El otro lado del collado con Salarzón al fondo, nuestro siguiente destino

El otro lado del collado con Salarzón al fondo, nuestro siguiente destino

Aquí había dos opciones, una bastante peligrosa que era bajar a cañón en dirección al pueblo y la otra seguir pequeños senderos que parecía que bajaban zigzagueando. Por seguridad escogimos esta segunda opción y creemos que fue la más correcta.

Iniciando descenso por senderucos hacia Salarzón

Iniciando descenso por senderucos hacia Salarzón

Detrás nuestro dejábamos la cara sur, totalmente rocosa, de Peña Ventosa.

Cara sur de Peña Ventosa

Cara sur de Peña Ventosa

Nos dirigimos un poco hacia nuestra izquierda evitando un descenso muy vertical siguiendo los senderos que íbamos encontrando, dirigiéndonos a un sendero más marcado que veíamos más abajo y que volvía a dirigirse hacia la derecha.

Caminando hacia sendero inferior

Caminando hacia sendero inferior

Ya parecía que nos acercábamos a una zona más «civilizada» ya que nos encontramos un bebedero para el ganado, lo cual quería decir que por allí había algún camino para llegar al pueblo.

Bebedero para el ganado

Bebedero para el ganado

Seguimos descendiendo hasta que nos encontramos una gran braña después de haber pasado por una zona de maleza y desde la que se podía ver el colado desde el que habíamos comenzado el descenso.

Braña

Braña con collado arriba.

Al final de la braña nos encontramos dos jóvenes reses que estaban tranquilamente al sol.

Res al sol

Joven res al sol

Continuamos caminando por la braña en dirección al bosquecillo que se encontraba hacia nuestra izquierda en búsqueda de una pista.

Caminando por la braña

Caminando por la braña

Una vez que cogimos la pista lo único que tuvimos que hacer fue seguir por la pista sin desviarnos en ningún cruce.

Caminando por la pista

Caminando por la pista

En un momento en la pista encontramos un gran cruce en el cual había un indicador que marcaba hacia Salarzón, o hacia la braña de los Tejos o hacia abajo. Nosotros cogimos el desvío a nuestra derecha haciendo una curva muy cerrada. Si hubiésemos seguido hacia adelante también hubiésemos llegado a otro cruce y hubiésemos enlazado en el camino que íbamos a coger pero más adelante.

Desvío hacia nuestra derecha con curva muy cerrada

Desvío hacia nuestra derecha con curva muy cerrada

Bajamos por la ancha pista en dirección a Salarzón. La pista iba en fuerte descenso y en algunas curvas la pista estaba cubierta de hormigón para que puedan ascender los vehículos.

Curva hormigonada

Curva hormigonada

En otra de las curvas hormigonadas se encontraba el enlace a la otra pista, para en el caso de que no hubiésemos cogido el último desvío.

Cruce en pista al que hubiésemos llegado si no cogemos el desvío

Cruce en pista al que hubiésemos llegado si no cogemos el desvío

Al final de la pista llegamos al pueblo de Salarzón.

Entrando en el pueblo de Salarzón

Entrando en el pueblo de Salarzón

Nada más entrar en el pueblo destacaban dos cosas, en primer lugar una gran casona, que resultaba que era el palacio del conde Cortina. Junto al Palacio existe un antiguo molino que, aunque ya no tiene utilidad alguna, es el único que se conserva de los once que hubo en el valle.

Palacio de Conde Cortina

Palacio de Conde Cortina

Lo segundo que destaca en el pueblo es la Iglesia de San Juan Bautista, edificada en 1819 a expensas del indiano don Vicente Gómez de la Cortina, conde de la Cortina, y de su hermano Pedro, chantre de la catedral de Méjico, este edificio de estilo neoclásico sustituyó al primitivo templo gótico que se encontraba a las afueras del pueblo. El diseño corrió a cargo de un hijo del conde, que vivía en México. En la Iglesia mandaron construir, en la capilla al lado del evangelio, un panteón donde reposan los restos de Joaquín Gómez de la Cortina, primer Marqués de Morante, título concedido por la reina Isabel II en el año 1.849. Allí también reposan los restos embalsamados, y ya muy deteriorados de sus padres, los Condes de la Cortina.

Iglesia de San Juan Bautista

Iglesia de San Juan Bautista

Desde el jardincillo de la iglesia se podía observar el palacio del Conde de la Cortina.

Iglesia y casa-palacio

Iglesia y casa-palacio

Ya nos quedaba poco para llegar a nuestro destino final, San Pedro de Bedoya, para ello nos dirigimos por la carretera hacia el pueblo.

Por la carretera en dirección a san Pedro de Bedoya

Por la carretera en dirección a san Pedro de Bedoya

Después de cinco horas y media de camino y 15 km, llegamos a nuestro destino final, San Pedro de Bedoya, y objetivo cumplido, acceder a la Braña de Los Tejos desde los tres sitios posibles, Santa María de Lebeña, Cicera y San Pedro de Bedoya. El tiempo inmejorable, habíamos salido a -1º C y habíamos llegado a 15º C y la compañía lo mejor de toda la ruta. Espero que este próximo año podamos seguir disfrutando de estas rutas de amigos.

Para ver la imagen en Wikiloc pinchar sobre la imagen.

Ruta en Google Earth

Ruta en Google Earth

Curva altura-tiempo

Curva altura-tiempo

Curva altura-tiempo

 

San Pedro de Bedoya – Braña de los Tejos – Salarzón – San Pedro de Bedoya
Distancia Total Ruta circular de 15 km.
Duración Total El recorrido lo hicimos en cinco horas y media y estaríamos parados una hora aproximadamente.
Dificultad La ruta es moderado, aunque el primer ascenso es bastante durillo.
Desnivel El desnivel es de aproximadamente 865 m. con un desnivel acumulado de 1.244 m.
Tipo de camino Pistas, senderos y campo a través.
Agua potable Encontramos un par de bebederos para el ganado, pero fuentes ninguna.
Época recomendada En cualquier época del año, aunque con nieve sería bastante complicado.
Cartografía y Bibliografía Hoja 56-IV (Tama), a escala 1:25.000 del Instituto Geográfico Nacional.
Track GPS Enlace a track para GPS en Wikiloc

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El viernes 4 de enero nos juntamos un grupo de cinco senderistas, y por supuesto mi perro Otto, para hacer la  primera ruta del año 2013. Con ella también completábamos el carnet de bonorutas del año anterior. Esta marcha serviría para renovar fuerzas de cara al año que acabábamos de iniciar.

Esta vez no tuvimos dudas a la hora de elegir que ruta realizaríamos, ya que teníamos una cuenta pendiente con uno de los senderistas, ya que hace aproximadamente tres años y medio hicimos esta misma, pero partiendo desde otro punto, y en ella no pudo participar por lo que le hicimos la promesa de que en algún momento realizaríamos de nuevo el ascenso a ese lugar que tiene un encanto especial. Ese enclave no es otro que el «Machu Pichu Cántabru», es decir la mítica Braña de los Tejos. Pinchando en el siguiente enlace se puede ver la entrada al blog de esa ocasión, en la cual partimos desde el pueblo de Santa María de Lebeña, pinchar aquí.

Para ello madrugamos un poco, ya que el punto de inicio se encuentra un poco lejos de Santander, y nos dirigimos hacia nuestro punto de partida, esta vez en vez de partir desde Santa María de Lebeña, saldríamos desde el pueblo de Cicera, perteneciente al municipio de Peñarrubia y que se encuentra a 500 metros de altitud. Para llegar a Cicera nos dirigimos carretera hacia Potes y al llegar al pueblo de Hermida, justo antes del Balneario, nos metimos por una carretera a mano izquierda que nos dirige hacia los pueblos de Linares, Navedo, Piñeres y por fin Cicera. En este tramo pudimos ver la imagen de la Torre de Linares la cual constituye uno de los monumentos medievales más representativos de la Cantabria occidental, símbolo del feudalismo de esa época y de la importancia estratégica e histórica que esta zona septentrional de la Cordillera Cantábrica tuvo en toda la Edad Media.

La torre de Linares ha sido reconstruida gracias a la colaboración de la Consejería de Cultura del gobierno de Cantabria, y el grupo de acción local Saja-Nansa, y permite hoy ver recreada en su planta noble y almenada, la sensación que tuvo en su época más brillante, a finales del siglo XIV y durante todo el siglo XV. Fue residencia del señor de Linares, noble que tuvo bajo su mando el valle de Peñarrubia, desde el bajo medievo, y que aprovechó la importancia estratégica de esta zona, para acrecentar su poder y mantenerlo durante algunos siglos. Esta torre era parte de un entramado de tres torres que denotaban el poder que el Señor de Linares ejerció en el valle. Además de la Torre del Pontón estaba, la Torre de Piedrahita, situada a 620 m. de altitud, y a apenas 500 en línea de esta, y la Torre de Verdeja, junto a la carretera autonómica, a 440 m. de altitud, en el barrio del mismo nombre del mismo pueblo de Linares.

La Torre de Linares posee planta cuadrada de unos 9 m. de lado. Sus muros de sillería, realizados en piedra arenisca, tienen 80 cm. De espesor. Su tipología es similar al esquema arquitectónico de las torres medievales de la región; sus características responden a un modo de combate con escasos efectivos humanos, armados con ballestas, picas, dardos y espadas. Son fortalezas vinculadas a guerras de escaramuzas, asaltos por sorpresa y pequeños asedios.

Las esquinas de esta atalaya están orientadas hacia los puntos cardinales. Divide su alzado en cuatro alturas, coronadas por almenas cuadradas. El acceso se realiza a través de un vano de más de 2 m., en forma de arco apuntado. Esta puerta se encuentra en la fachada sureste donde también hay una ventana ajimezada y una tronera a la altura del primer piso, que es la estancia noble.

Torre de Linares

Torre de Linares

Una vez pasado por estos pueblos llegamos a nuestro punto de partida, Cicera (500 m.), pueblo situado entre el desfiladero de la Hermida y el Valle de Lamasón, donde dejamos aparcado el coche unto a lo que parecía ser una parada de autobús.

Inicio de la ruta

Inicio de la ruta

Para descargar el track para GPS desde Wikiloc pinchar aquí: (hay que registrarse en Wikiloc), aunque si queréis seguir un camino más sencillo y accesible, aunque un poco más largo, os recomiendo usar este otro enlace, pinchar aquí.

Para ver el vídeo del bono-ruta realizado por uno de los senderistas pinchar aquí:

Una vez preparadas las mochilas iniciamos nuestro, en principio duro ascenso, en dirección a la Braña de los Tejos para lo cual tendríamos que superar un desnivel de aproximadamente unos 900 metros. Justo en esta plaza del pueblo había un cartel indicativo en el que explicaba la ruta de ascenso hacia nuestro destino final, aunque nosotros no elegimos este camino, sino que escogimos una alternativa que en principio iba a ser bastante más dura ya que atravesaba todo el bosque de Cordanca sin seguir por una pista ni sendero fácilmente diferenciable.

Letrero indicativo de ruta junto a salida.

Letrero indicativo de ruta junto a salida.

Partiendo de la carretera que se encuentra junto al letrero, cruzamos sus calles en dirección sur hacia el final del pueblo donde tuvimos que pasar por encima de un pequeño puente.

Caminando hacia el puente

Caminando hacia el puente

Todavía sin salir del pueblo nos encontramos una señalización del Camino Santo Lebaniego, el cual partiendo de Santander llega hasta esta localidad. En concreto por aquí pasa la quinta etapa que va desde Quintanilla de Lamasón hasta Cabañes.

Letrero indicativo del Camino Santo Lebaniego

Letrero indicativo del Camino Santo Lebaniego

Continuamos dirigiéndonos hacia la salida del pueblo y pasamos junto a un gran castaño que estaba protegido por un cerrado de madera, adentrándonos en una pista bastante cómoda, la cual duraría muy poco. En este punto llegó nuestra primera duda, aunque al llevar metido un track en el GPS pudimos resolverla fácilmente. La duda llegó porque la pista se dirigía hacia la derecha, siguiendo el Camino Santo Lebaniego, mientras que había un sendero que se dirigía hacia la izquierda. Además justamente en este punto vimos uno de los varios indicadores que marcaban el camino correcto, pero como la mayoría de ellos estaban tirados en el suelo, no sabiendo qué camino marcaba, lo colocamos un poco y siguiendo lo que nos marcaba el track nos adentramos en este sendero. Algo que nos extrañó en gran parte de la ruta fue que la mayor parte de los indicadores de la ruta estaban desenterrados y esparcidos por el suelo, no sabemos si por la acción del agua y los animales o por otra causa.

Punto de duda con señalización en el suelo

Punto de duda con señalización en el suelo

Este sendero parecía un antiguo camino ya que estaba formado por grandes piedras colocadas de manera que parecía una calzada romana, en verdad parece ser que este era uno de los pasos que unía en el siglo XIX, antes de la construcción de la carretera del desfiladero de la Hermida, la costa de Cantabria con la zona de Liébana.

Sendero empedrado

Sendero empedrado

Parecía que íbamos por el camino correcto, ya que como expliqué anteriormente vimos tirados algunos indicadores marcando la ruta a la Braña de los Tejos. Estos indicadores explicaban los tipos de árboles que nos encontrábamos por el camino, dando una pequeña descripción de ellos. Los encontramos referentes a castaños, avellanos,… Al poco de pasar por uno de estos letreros tuvimos que atravesar por un puente la riega de Cordanca.

Puente sobre la Riega de Cordanca

Puente sobre la Riega de Cordanca

Nada más atravesar este rústico puente de madera nos encontramos unas ruinas, con su indicador, de lo que fue la ermita de Santa Cilde, de la cual sólo quedan algunas paredes y parte de la techumbre del ábside. Poco o nade se sabe de sus orígenes e historia, aunque parece ser que las imágenes de los Santos Mártires de la Iglesia de Cicera procediesen de esta ermita.

Ruinas de la ermita de Santa Cilde

Ruinas de la ermita de Santa Cilde

Continuando por este sendero volvimos a encontrar más señalizaciones, en este caso sobre los avellanos, indicándonos que íbamos por el camino correcto, teniendo que atravesar algún pequeño arroyo que nos encontramos por el camino.

Atravesando un pequeño arroyo

Atravesando un pequeño arroyo junto indicador de avellanos

Cuando llevábamos aproximadamente dos kilómetros caminados nos encontramos una especie de portilla en mitad de un muro que parecía que daba entrada a una finca.

Otto pasando por la portilla

Pasando por la portilla

A los diez minutos de pasar por esta portilla llegamos a una pequeña zona despejada, la cual estaba totalmente embarrada ya que un pequeño arroyo la atravesaba. Conseguimos pasar fácilmente por encima de unas piedras y en este punto es donde vimos, en mitad del agua, el último indicador de la ruta de la Braña de los Tejos.

Zona despejada y totalmente embarrada

Zona despejada y totalmente embarrada

A la hora de haber comenzado a caminar nos encontramos al borde del camino una cabaña que se encontraba cerca de una agrupación de cabañas que pertenecen a los invernales de Prado Arcedón.

Cabaña cerca de invernales de Prado Arcedón

Cabaña cerca de invernales de Prado Arcedón

Al borde del camino también nos encontramos alguna pequeña agrupación de cabañas escondidas entre los árboles.

Cabañas entre los árboles

Cabañas entre los árboles

Llega un momento en el que ya parece que salimos del bosque y salimos a una zona totalmente despejada donde había una bonita braña.

Salida  a una de las brañas que nos encontramos

Salida a una de las brañas que nos encontramos

Continuamos caminando por este sendero que va paralelo a la Riega de Cordanca, la cual va desde Collado de Pasaneu hasta Cicera, dejando a mano izquierda alguna cota llamativa perteneciente a la sierra de las Coronas (1.053 m)

Sierra de las Coronas

Sierra de las Coronas

Al poco de haber pasado por estas agrupaciones de cabañas y brañas llegamos a un punto donde el sendero se va hacia la izquierda, junto a una cabaña y que parecía el camino seguro para llegar a la braña de los Tejos, al final si hubiésemos seguido por este camino, a los pies de la sierra de Coronas, hubiésemos llegado a una pista que nos dirigiría hacia el collado de Pasaneu, aunque por un camino mucho más largo, y por tanto a nuestro destino final.

Cabaña en bifurcación

Cabaña en bifurcación

En este punto se nos presentó una gran duda, ¿Qué camino a seguir?, seguir por el sendero fácilmente marcado, el cual iba hacia la izquierda, irnos hacia la derecha por una zona despejada buscando un ascenso más sencillo, o meternos por la cuenca, en este momento seco, de la riega de Cordanca. Viendo que el track que llevábamos cargado en el GPS era introduciéndose por esta última opción y sabiendo que habían llegado a nuestro destino final, nos decantamos por tomar este camino, el cual sabíamos mucho más complicado, tal y como habíamos leído en los comentarios del track en Wikiloc.

Introduciéndonos en la cuenca de la Riega de Cordanca

Introduciéndonos en la cuenca de la Riega de Cordanca

A partir de aquí es donde comienza lo realmente complicado y duro del ascenso, ya que en este momento nos encontrábamos a una altura de 800 metros y en muy pocos kilómetros, unos tres kilómetros y medio, es decir lo que llevábamos recorrido hasta este momento, tendríamos que llegar a los 1400 m. Otra gran dificultad es la no existencia de ningún sendero, camino,… si no que lo único que podíamos hacer es ir ascendiendo siguiendo de cerca el cauce de la riega para no perderla. Lo mejor del ascenso era las bonitas estampas que nos encontramos por el camino.

Extraño árbol junto a la cuenca de la riega

Extraño árbol junto a la cuenca de la riega

En la siguiente fotografía se puede ver la dureza del ascenso, en el que cada uno íbamos buscando el «camino» más sencillo, aunque había pocos. En muchos momentos tuvimos que agarrarnos a ramas, raíces de árboles o piedras para continuar subiendo y en algunos momentos ayudarnos unos a otros para destrabar las mochilas de las ramas de los árboles.

Ascendiendo por la cuenca de la riega

Ascendiendo por la cuenca de la riega

Continuamos siguiendo la cuenca de la riega y en algún momento nos separamos para buscar un paso cómodo, o atravesar alguna vaguada por la que debería bajar algún otro arroyo. Si se sigue este cauce no hay pérdida, aunque puede llegar un momento que presente dudas por la dureza. Según íbamos avanzando veíamos que llegábamos a la parte superior y ya más despejada en la que parecía volver a verse los rayos de sol entre los árboles.

Llegando a la parte superior del bosque

Llegando a la parte superior del bosque

En este momento parecía que el bosque se aclaraba y que ya llegábamos a nuestro destino final después de casi una hora y media de ascenso por esta vaguada. Justo cuando ya casi estábamos saliendo al Collado de Pasaneu, después de haber pasado por el Cotero de Mingo Álvarez, pudimos ver una antigua vagoneta minera, seguramente de la mina de calamina que se encuentra en la Braña de los Tejos.

Vagoneta minera cerca de Collado de Pasaneu

Vagoneta minera cerca de Collado de Pasaneu

Una vez pasada la zona donde encontramos la vagoneta tuvimos una vista de una pequeña cota hacia la que nos tendríamos que dirigir para llegar a la Braña de los Tejos, que aunque en un primer momento parezca que es la braña final, no lo es, todavía queda un poco para llegar al «Machu Pichu Cántabru», nosotros ya lo sabíamos por la vez anterior que hicimos esta ruta.

Lo que parecía ser la Braña de los Tejos pero que no era

Lo que parecía ser la Braña de los Tejos pero que no era

Desde aquí ya se podía observar el Collado de Pasaneu que es el punto de unión con la ruta que sube desde Santa María de Lebeña y a la  que se puede acceder incluso en un cuatro por cuatro, aunque así se perdería una gran parte del encanto de la subida.

Collado de Pasaneu

Collado de Pasaneu

Desde aquí, gracias al hermoso día que tuvimos, se podía ver toda la costa, desde san Vicente de la Barquera, en el que se distinguía el puente sobre la ría, Comillas, con la universidad Pontificia como punto de referencia, e incluso se podía observar el monte Buciero en Santoña.

Vistas desde cerca del Collado de Pasaneu de toda la costa cántabra

Vistas desde cerca del Collado de Pasaneu de toda la costa cántabra

Una vez en este punto encontramos de nuevo una marca que nos dirigía a la Braña de los Tejos a través de un sendero claramente marcado.

Sendero final hacia la Braña de los Tejos

Sendero final hacia la Braña de los Tejos

Una vez arriba de este último ascenso lo que pudimos ver fue un auténtico espectáculo, por un lado se podía ver Peña Ventosa (1.434 m.) justo delante del Macizo Oriental de los Picos de Europa.

Peña Ventosa delante del Macizo Oriental de los Picos de Europa

Peña Ventosa delante del Macizo Oriental de los Picos de Europa

Y por el otro veíamos una cima que a simple vista no parecía muy representativa, ya que desde esta posición no destaca mucho pero era el Cueto de Cascuerres (1.561 m.) que es la última estribación de la cordillera de Peña Sagra, la cual al verla de perfil no podíamos diferenciar.

Cascuerres y Cordillera de Peña Sagra

Cascuerres y Cordillera de Peña Sagra

Siguiendo por esta alambrada que separa los pastos de Peñarrubia de los de Líebana llegamos a nuestro destino final, la Braña de los Tejos, en la sierra de Cuerres, la cual, si no se tiene cuidado se podrá ir degradando por la entrada de ganado en la zona, ya que en la ocasión anterior que ascendimos teníamos que entrar por una zona por la que el ganado no podía pasar pero en la actualidad esa valla ya no existe y el ganado puede pasar tranquilamente y dañar este maravilloso entorno. Sería necesario que esta zona se protegiese de alguna manera.

Llegando a la Braña de los Tejos

Llegando a la Braña de los Tejos

El ascenso a esta Braña de los Tejos es típica realizarla en la época de Julio a Septiembre ya que el ayuntamiento de Peñarrubia dispone de un par de guías que hace esta visita guiada dos veces por semana y el primer sábado de Agosto, el Ayuntamiento de Peñarrubia realiza la subida senderista como fiesta turística, declarada de interés regional el pasado Enero de 2.004, por parte del Gobierno de Cantabria.

Sabemos por reseñas históricas que el tejo era el árbol sagrado de los Cántabros. Es muy posible, aunque no hay testimonio escrito que lo asevere, que en los bosques del macizo de Cordancas, o tal vez en la misma Braña de los Tejos, se asentase algún poblado Cántabro, aunque fuera de forma intermitente, lo que explicaría la más probable existencia de un campamento militar en Cicera. Sabemos que la presión del ejército Romano obligó al pueblo cántabro a ocupar las cumbres más altas y de más difícil acceso, y no será menos cierto, que la Braña de los Tejos sería, además de por la especie que la puebla, por sus especiales características estratégicas y defensivas un lugar muy especial para aquel pueblo celta.

Desde entonces la Braña de los Tejos he perdurado, siendo cobijo de pastores y ganado en un lugar de paso entre Peñarrubia y Liébana, y en cuyas inmediaciones además del pastoreo no se han realizado otras actividades más que el carboneo y la extracción de mineral de Blenda.

Foto del grupo bajo Tejo milenario

Foto del grupo bajo Tejo milenario

El tejo común o tejo negro (Taxus baccata) es uno de los árboles que más ha influido en la historia y la sociedad del Occidente de Europa, no en vano aparece en numerosos topónimos y en innumerables historias y leyendas. A ello contribuye el hecho de que esta especie es uno de los árboles más longevos del mundo, pudiendo alcanzar los 2000 años de edad.

Con sus ramas, los druidas celtas hacían bastones «mágicos» y con palillos de tejo adivinaban el futuro. La llegada del cristianismo no cambió este aura mística del tejo. Los cristianos, a menudo construyeron sus iglesias y cementerios a laso de tejos que ya habían sido sagrados por los Celtas.

Algunos de los tejos de la braña

Algunos de los tejos de la braña

La rojiza madera del tejo es de una dureza extraordinaria, comparable a la del boj, esto unido a su resistencia al frotamiento, hace que en el pasado también fuese muy utilizada para la fabricación de los ejes de los carros.

Tejo saliendo de las rocas

Tejo saliendo de las rocas

Las virtudes curativas el tejo son conocidas desde hace milenios. Ya en el siglo I de nuestra era el emperador romano Claudio publicó un edicto en el que señalaba al tejo como el mejor antídoto contra las picaduras de ofidios. En fechas más recientes se descubrió en la corteza del tejo el taxol, una sustancia que hoy en día es uno de los más potentes anticancerígenos.

Otro ejemplar de tejo

Otro ejemplar de tejo

Sin embargo, y del mismo modo que cura, el tejo puede matar. Todas las partes del tejo, excepto la carne roja de las bayas, contiene taxina, un potente alcaloide. Los romanos nos cuentan como pueblos celtas, como los cántabros, empleaban infusiones de tejo para suicidarse. Los tóxicos del tejo paralizan el sistema nervioso central; la ingestión de tejo acelera el pulso al principio, que después se va volviendo más lento e irregular. La muerte se produce por parálisis respiratoria. Caballos y asnos son sensibles a este veneno, se sabe de equinos que han caído fulminados a los pocos minutos de haber ingerido hojas de tejo, tal y como ha pasado con un par de yeguas que iban a participar en la cabalgata de Reyes en Puente Viesgo que han fallecido al ingerir ramas de este árbol. En cambio, otros animales como conejos y gatos son inmunes a la taxina.

Otro tejo saliendo entre las rocas

Otro tejo saliendo entre las rocas

la actividad minera fue frecuente en Peñarrubia durante el siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. La explotación se realizaba de forma manual, mediante bocaminas que se excavaban siguiendo las vetas de mineral. En una de las zonas de esta braña pudimos ver la entrada a la mina de blenda, a la cual accedimos y pudimos ver un pequeño lago al fondo de ella. Era la entrada a las minas de Arceón. De estas minas se extraía blenda, un mineral con alto contenido en zinc, el cual se empleaba en la galvanización del acero, en la fabricación de pinturas y conservantes para la madera, así como productos de tintorería y farmacia.

Entrada a mina de Arceón

Entrada a mina de Arceón

Después de disfrutar de un relajante paseo por esta mística zona nos dispusimos a parar para comer, teniendo como fondo unas magníficas vistas de los Picos de Europa.

Comiendo delante de la Braña de los tejos

Comiendo delante de la Braña de los tejos

Como el año pasado aprovechamos, debidos a las fechas, a celebrar el cumpleaños de unos de los senderistas con el típico rosco de Reyes, el cual nos supo a gloria sobre todo al tomarlo con un chocolate caliente que habíamos traído. El rosco tenía muy buena pinta, pero en la foto se puede observar el magnífico entorno en el que nos encontrábamos.

Rosco de Reyes con Picos al fondo

Rosco de Reyes con Picos al fondo

También aproveché para realizar una panorámica de este maravilloso entorno en el que se ven cimas típicas como Coriscao, Peña Prieta, Pico sagrado Corazón, Samelar, las Verdianas y los Ageros.

Panorámica desde Braña de los Tejos

Panorámica desde Braña de los Tejos

Después de disfrutar de nuestro Rosco de Reyes y de las maravillosas vistas que nos brindó este día soleado de invierno, decidimos iniciar el camino de descenso hacia Cicera. Esta vez en vez de descender por el mismo camino, el cual sería bastante complicado y peligroso, decidimos bajar siguiendo una pista que va por el valle de Lamasón. Para ello nos dirigimos hacia el collado de Pasaneu donde encontramos una pequeña charca.

Charca en Collado de Pasaneu

Charca en Collado de Pasaneu

Atravesamos la alambrada que separa Peñarrubia de Liébana por un paso preparado para ello, dirigiéndonos a la zona de Liébana.

Paso hacia el valle de Liébana en collado de Pasaneu

Paso hacia el valle de Liébana en collado de Pasaneu

Aquí cogimos un sendero bastante ancho y que se dirige hacia el Pico Cascuerres (1.562 m.), la última estribación de la Cordillera de Peña Sagra y en vez de ir por el camino de la derecha nos dirigimos por el que va por la izquierda.

Camino bajo el pico Cascuerres por su zona norte

Cruce bajo el pico Cascuerres cogiendo el sendero hacia el norte

Este sendero recibe el nombre de Senderuco de los Caballos y se dirige hacia el cotero de Mingo Álvarez. Es un sendero muy cómodo y que facilita el descenso.

Sendero del Caballuco

Senderuco de los Caballos

Por este sendero es por donde va el PR-S4 desde Lamasón hasta Camaleño, el conocido como «Camino de Pasaneu». A las cinco horas desde que iniciamos la ruta nos encontramos un desvío el cual no cogemos, siguiendo por la pista principal y dirigiéndonos dirección hacia La Venta de los Lobos.

Cruce que no cogimos siguiendo pista principal

Cruce que no cogimos siguiendo pista principal

Continuando por esta pista llegó un momento que se tenía una espectacular vista de Linares, Piñeres, Navedo y Cicera y destacando sobre todo el mirador de Santa Catalina, el cual visitaríamos al final de la ruta.

Linares, Piñeres, Navedo, Cicera y Mirador de santa Catalina

Linares, Piñeres, Navedo, Cicera y Mirador de Santa Catalina

Cuando ya llegábamos a la Venta de los Lobos, por atajar un poco nos metimos un poco en el monte saliéndonos de la pista principal y ahorrándonos un buen trecho del camino, lo cual se agradecía ya que ya llevábamos andando más de cinco horas y además con el duro ascenso que habíamos acometido.

Atajando al llegar a la Venta de Lobos

Atajando al llegar a la Venta de Lobos

Desde este atajo se veía abajo el camino que tendríamos que haber seguido, en el que destacaba un cerrado para el ganado.

Camino que atajamos

Camino que atajamos

Después de este atajo volvimos a salir de nuevo a la pista pero por muy poco espacio,

Saliendo de nuevo a la pista principal

Saliendo de nuevo a la pista principal

ya que a los pocos metros de ir caminando por la pista llegamos a un collado a la altura de la Sierra de las Coronas, donde teníamos la posibilidad de seguir tres posibles alternativas. La primera de ellas era bajar por la vaguada en dirección al punto donde había una cabaña junto un sendero justo en la vaguada por donde nos metimos en la cuenca de la Riega de Cordanca. La segunda era subir hacia el collado e ir campo a través en busca de los invernales de Carracedo. La última alternativa era seguir por la pista principal, pero separándonos mucho de nuestro destino final. Nos decantamos por la segunda opción y nos dirigimos hacia el collado.

Ascendiendo hacia el collado

Ascendiendo hacia el collado

Una vez en el collado, desde él se tenía una vista de la cordillera de Peña Sagra y por el otro lado nos dirigíamos hacia unos invernales, los de Carracedo.

Descendiendo hacia los invernales de Carracedo

Descendiendo hacia los invernales de Carracedo

Cuando descendíamos, monte a través, siguiendo el sendero abierto por el ganado, nos llevamos la agradable sorpresa de ver como de una pequeña arboleda salían tres venados, los cuales en vez de subir hacia arriba se dirigieron hacia la parte baja donde se encontraban los invernales, dándonos tiempo para poderlos ver y fotografiar tranquilamente mientras ellos nos vigilaban.

Tres venados vigilantes

Tres venados vigilantes

Seguimos campo a través hasta llegar a un camino bastante embarrado cerca de los invernales y que dirigía a dichas cabañas, las cuales se encontraban en bastante buen estado.

Invernal de Carrancedo

Invernal de Carrancedo

Desde aquí continuamos por esta pista embarrada y nos dirigimos hacia el collado de Carracedo, saliéndonos de la pista principal hacia una cabaña y desde la que pensábamos que íbamos a tener un camino sencillo para descender hacia Cicera.

cabaña en collado de Carracedo

Cabaña en collado de Carracedo

Pero no fue así, desde aquí el descenso se hacía bastante complicado ya que llegabas a unos cortados bastante complicados de descender, así que no nos quedó más remedio que recular y volver a la pista principal, intentando buscar otro camino de descenso.

De nuevo en la pista principal

De nuevo en la pista principal

Viendo que la pista principal se abría mucho y se nos iba a largar mucho el camino, cuando llegamos junto a un indicador que había tirado en el suelo y que marcaba un destino al que nosotros no íbamos, decidimos salirnos de nuevo campo a través hacia los invernales de Agua Seles.

Saliéndonos de nuevo del sendero principal

Saliéndonos de nuevo del sendero principal

Íbamos campo a través cuando nos encontramos un indicador en mitad de la nada que ponía mirados de Agua Seles. Desde este punto nos pudimos deleitar en la contemplación del paisaje, que está limitando al norte por la alineación montañosa de los Picos de Ozalba, el Monte Gamonal, el Virdio Treslajora, ya en los Picos de Europa, Los Ageros-moles, todas ellas, de caliza gris casi desnuda de vegetación, que contrastan poderosamente con el verde de los brezales y praderías de sus faldas. Hacia el oeste, se encuentra el barranco del río Cicera, la población del mismo nombre y, tras ella, el Monte de Santa Catalina, con su denso hayedo. Hacia el sur, finalmente, las cabeceras de estos arroyos de la red del Deva se ven enmarcadas por el extremo occidental de la sierra de Peña Sagra y su continuación en la sierra de Cuerres donde se encuentra la Braña de los Tejos.

Mirador de Agua Seles

Mirador de Agua Seles

Continuamos caminando hacia los invernales de Agua Seles campo a través  y cuando llegamos a la Cuesta de las Navas desde la que se podía ver una cima cercana, el Pico de Obán (787 m.)

Pico Obán al fondo

Pico Obán al fondo

En vez de seguir recto hasta encontrar un nuevo sendero, en este caso el PR-S3 conocido como «Camino de Arceón» nos dirigimos en dirección hacia Cicera de forma directa, sin saber si tendríamos que volvernos para atrás por no poder acometer el descenso. En este descenso nos encontramos muchos espinos y brezos que dificultaban el paso, pero veíamos claramente nuestro destino final, así que continuamos por él.

Cicera al fondo de la cuesta de las Navas

Cicera al fondo de la cuesta de las Navas

En medio del descenso nos encontramos un bebedero para el ganado

Bebedero para el ganado en la Cuesta de las Navas

Bebedero para el ganado en la Cuesta de las Navas

ya veíamos cerca el final del camino cuando de repente nos encontramos el sendero que podíamos haber cogido más arriba, facilitándonos el descenso, el PR-S3.

Cogiendo el PR-S3

Cogiendo el PR-S3

Ya continuamos por este camino hasta que llegamos a la primera de las casas de Cicera dirigiéndonos hacia donde teníamos el coche, donde aprovechamos para cambiarnos el calzado y descansar un momento hablando con los lugareños del lugar.

Llegando a Cicera

Llegando a Cicera

Una vez en Cicera nos comentaron que estaría bonito visitar el mirador de Santa Catalina, también conocido con el nombre de la Bolera de los Moros, donde en la época Medieval había  una fortaleza, la cual fue construida entre los siglos VIII y XI,  y cuyas ruinas son conocidas como castillo de Piñeres. Las excavaciones coordinadas por Pedro Sarabia confirmaron la presencia de una torre de planta trapezoidal, una atalaya de planta ovoide con diámetros de 10 y 6 metros, separada de la primera estructura por un patio, fuertes murallas y una primitiva ermita advocada a Santa Catalina de la cual sólo quedan los cimientos. Así que aunque ya estaba anocheciendo nos dirigimos en coche hacia el mirador. La foto no es mía ya que estaba ya bastante oscuro y la he cogido de la Web.

Mirador de Santa Catalina

Mirador de Santa Catalina

Desde este mirador las vistas del desfiladero de la Hermida y del valle de Liébana eran espectaculares, llegándose a ver hasta Potes.

Vistas desde el mirador de Santa Catalina

Vistas desde el mirador de Santa Catalina

Una vez realizada esta última visita nos pusimos carretera hacia Santander, parando previamente en Unquera para comprar unos postres típicos y tomar un merecido refresco. También comentamos que no descartamos volver a ascender, dentro de unos años, desde el último punto que nos falta, desde San Pedro de Bedoya.

Para ver la imagen en Wikiloc pinchar sobre la imagen.

Imagen de Google Earth

Imagen de Google Earth

Curva distancia-altura

Curva distancia - altura

Curva distancia – altura

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