El último día del mes de marzo nos juntamos para disfrutar de nuestro bono-ruta mensual, aunque en esta ocasión no pudimos ir todos los senderistas, ya que uno de nosotros tenía una pequeña lesión en la rodilla y prefirió sacrificarse en pos del resto, además de haber ido no hubiésemos podido realizar la ruta que hicimos ya que ha sido una de las más duras que hemos realizado. En esta ocasión también nos acompañó mi joven perro “Otto”, el cual, para ser su primera ruta en serio, respondió perfectamente. Hay que aclarar que mi perro es un York Shire Terrier de 9 meses.
Como queríamos pisar, por última vez en este año, un poco de nieve, tuvimos que buscar unas cotas más altas de lo normal y por esa razón nos dirigimos hacia los Picos de Europa zona que todavía no tenemos muy explorada, sobre todo por la gran distancia que hay desde Santander hasta allí. Para que el recorrido en coche fuese lo más corto posible decidimos hacer una ruta por el Macizo Oriental de los Picos de Europa o también llamado Macizo de Ándara, ya que es la zona más cercana a Santander y así no tener que atravesar todo el desfiladero de la Hermida.
La ruta que íbamos a realizar está marcada con el nombre de PR-PNPE (Parque Natural de los Picos de Europa) 28 Macizo de Ándara o también PR-S 106. y que va desde el pueblo de Bejes, donde está el inicio, hasta el refugio del casetón de Ándara y regresa de nuevo al mismo punto de partida. Para empezar nos dirigimos por la carretera que va hacia Potes y cuando llegamos al pueblo de La Hermida, justo antes de comenzar el desfiladero, nos desviamos por una estrecha carretera de unos 6 kilómetros, que sigue el mismo trazado que la antigua pista minera, hacia el pueblo de Bejes (Cillorigo de Liébana).
Bejes es la última aldea del municipio y tiene dos barrios: La Aldea y La Quintana, entre los que se encuentra la iglesia parroquial, a mitad de camino de ambos, que conserva un Cristo policromado del siglo XVI.
Igual que en otros pueblos de los Picos de Europa, actualmente la economía de Bejes se basa en la ganadería de montaña. De esta actividad ganadera se obtiene el queso Picón Bejes – Tresviso, el cual se trata de un queso de pasta azul, muy parecido al Cabrales, aunque de sabor más uniforme. Tiene denominación de origen y ha recibido numerosos premios de carácter nacional e internacional, siendo reconocido como uno de los mejores quesos de pasta azul del mundo.
La ruta que realizamos es circular y se puede iniciar en dos puntos diferentes, en el que elegimos nosotros en el pueblo de Bejes, con lo cual se hace bastante más larga, o en el aparcamiento del Hoyo del Tejo, en el Jito de Escarandi, al lado de la carretera que une las localidades de Sotres y Tresviso.
Para descargar el track para GPS desde Wikiloc pinchar aquí: (hay que registrarse en Wikiloc)
Para ver el vídeo del bono-ruta realizado por uno de los senderistas pinchar aquí:
La ruta la iniciamos a pie desde el mismo pueblo de Bejes (alt. 590 m.) tomando una pista de hormigón que se inicia detrás de las últimas casas del barrio de La Aldea, donde encontramos un pequeño aparcamiento y dejamos el coche, nos pusimos las botas y preparamos nuestras mochilas.
Allí nos encontramos con un senderista de Madrid, el cual iba a realizar la misma ruta que nosotros pero en solitario y con el cual coincidiríamos en varias partes del recorrido. Como ya es tradicional en este punto nos hicimos la foto de inicio con uno de los montes de alrededor como fondo.
Hay mismo comienza una pista de hormigón y que sube hacia los invernales que hay en la Collá de Hoja.
Desde este punto y hasta que llegamos al Casetón de Ándara vamos en un continuo ascenso y en algunos momento este se hace bastante duro. Nada más pasar las primeras curvas nos encontramos la primera de las cuevas donde se cura el famoso queso de Bejes-Tresviso.
Continuamos ascendiendo por esta pista sinuosa y llegamos a un punto en el que se podía ver claramente tanto el barrio de La Aldea y el de Quintana con la Iglesia en el medio de los dos.
Siguiendo por esta pista llegamos a una gran curva conocida con el nombre de la Revuelta de Setorraña donde se encuentra una de las mayores cuevas, la cueva de Setorraña, para el curado de quesos de Bejes-Tresviso, en concreto en esta cueva es donde se curan, durante casi tres meses, los quesos de la quesería Alles, donde al final del recorrido compramos unos de estos típicos quesucos.
Al poco de continuar ascendiendo nos encontramos un aparcamiento que se ha habilitado justo antes de la entrada al Parque Nacional de los Picos de Europa, por lo que se puede subir en coche hasta aquí y así ahorrarnos una media hora de subida. En este punto también nos encontramos un cartel indicativo que describe nuestra ruta.
Cuando llevábamos andando aproximadamente dos kilómetros llegamos a la Collá de Hoja (818 metros), donde ya podemos divisar la cuenca del río Urdón y la localidad de Tresviso a lo lejos.
Al poco rato ya llegamos a la última de las curvas que se llama La Revuelta, donde ya parecía que se acababa el ascenso, aunque no fue así.
Desde esta última vueltona teníamos una bonita imagen de dos altos hacia el este que debían ser el Pico Agero y Parijorcao.
Al poco de pasar por la vueltona dejamos a mano izquierda una de las múltiples cabañas que vimos durante todo el recorrido. En esta zona es típico que cada invernal para los animales tenga al lado su propia cabaña para el pastor y guardar los aperos y que se formen agrupaciones de cabañas que reciben el nombre de majadas.
Nada más pasar esta cabaña ya se tenía una visión completa de la típica subida en zig-zag que une el pueblo de Urdón con el de Tresviso.
Cuando ya llevábamos una hora de continuado ascenso llegamos al conocido paraje de los Hornos del Dobrillo (1.100 m). La construcción de estos hornos se sitúa en la mitad del siglo XIX y daba servicio a las minas que la sociedad “La Providencia” tenía en el Pozo de Ándara a 8 km de distancia. En este lugar se aprecian los últimos restos de las explanadas en las que se calcinaba la blenda y la calamina, para enriquecer el mineral (carbonato de zinc) y aligerar así el escombro y continuar su transporte con carros de bueyes hasta las barcazas que había en La Hermida. Según la gente del pueblo, diariamente bajaban por esta pista del orden de 50 parejas de bueyes y cada pareja podía arrastrar unos 3000 kilos por viaje.
Durante los 65 años del periodo de explotación comprendido entre 1859 y 1924 estos hornos consumieron cerca de 50.000 toneladas de madera de roble y haya extraídos de los montes cercanos de La Llama y de Valdediezma, lo que se nota más adelante, cuando pasamos por dichos montes, ya que no se observan árboles centenarios como deberían verse y sólo se ven árboles jóvenes.
La minería causó grandes daños en la zona, cambios morfológicos con las bocaminas, escombreras, caminos, talado de árboles; cambios hidrológicos con el cambio de emplazamientos de fuentes, contaminación de los ríos y enfrentamientos entre la minería y la agricultura ya que la calcinación que se producía en los hornos producían humos que contenían óxidos de azufre que combinados con el agua de las nubes provocaban lluvias ácidas. El abandono de la minería dejó paso al uso ganadero de las instalaciones abandonadas y el reciclaje de la cantería en cabañas y cierres de las fincas.
Cerca de los hornos del Dobrillo nos encontramos una nueva cabaña con su invernal para el ganado que seguramente se construyó con los restos de las instalaciones mineras.
Pronto se suaviza el camino y comenzamos a llanear, en ese momento ya tenemos una primera vista de la Pica del Macondíu, el cual tendríamos que bordear para llegar a nuestro destino final. En la fotografía es el primero nevado de la izquierda (característico por sus dos picos) a su lado se encuentra el Cueto Tejao y el Pico de Boro.
Esta fotografía está tomada desde el Salto de la Cabra, un punto en el que hay una caída prácticamente vertical, con mil metros de desnivel entre la pista y el fondo del barranco donde es frecuente ver desde arriba la majestuosa imagen de los buitres planeando.
Ahora tenemos por delante un camino prácticamente llano de un kilómetro y medio que nos sirve para descansar del duro ascenso y poder disfrutar a nuestra derecha de las maravillosas vistas al otro lado del cañón del pueblecito de Tresviso, que junto a Bejes, son los afamados productores del queso Picón.
Así como del barranco por cuyo fondo discurre el río Urdón y Tresviso en su parte superior.
Cuando íbamos llaneando ya veíamos a lo lejos el primer cruce importante del camino el cual partía de una canal que descendía desde el Canto de la Concha (2.369 m) el cual en la fotografía se puede observar su cumbre cubierta por la nieve.
Después de una hora y media de caminata llegamos hasta un pilón de agua conocido por el Vao de los Lobos (1.127 m), punto de bifurcación de la ruta, y al que habrá que regresar después de dar toda la vuelta al entramado de pistas mineras. El ramal de la derecha va directamente hacia el Hoyo del Tejo, mientras que el de la izquierda asciende en dirección al interior del Macizo de Ándara. Tomamos esta última opción, de forma que haremos primero el trayecto de subida para luego regresar por la pista más llana.
Justo en este cruce se encontraba el pilón de agua de Vao de Lobos al final de la canal, donde en el camino de regreso aprovechamos para refrescarnos un poco del calor reinante. También en este punto había un letrero señalizador que marcaba las dos direcciones posibles.
Nos adentramos por el ramal de la izquierda que se dirigía hacia el hayedo del monte La llama, en el cual se notaba que hacía tiempo había sido arrasado totalmente para el uso en los hornos y que posteriormente había sido repoblado ya que los árboles que hay en este hayedo son bastante jóvenes con sus finos troncos. Actualmente estaban sin hojas pero en pleno verano este sería el único tramo del recorrido en el que se iría protegido del sol.
Al cabo de media hora de camino salíamos de este hayedo y entramos en una zona de matorrales de enebro que se abrazan a las rocas calizas, dejando ver ahora con más claridad algunas cumbres del macizo; la más evidente es la Pica del Macondíu que se yergue solemne al frente del trayecto.
Una vez pasada una curva denominada la Revuelta del Teju, con un pequeño mirador delimitado con vallas de madera, nos encontramos las primeras nieves en los montes de los alrededores mientras el firme ya se ha convertido en rocoso, con piedras de gran tamaño desprendidas, por lo que debemos de prestar gran cuidado a no sufrir alguna lesión en los tobillos.
Al poco rato la pista comienza a desaparecer debajo de una, en principio, fina capa de nieve y a medida que nos acercábamos a los pies del Macondíu (1.999 m.) esa capa de nieve se hacía más gruesa y hacía más peligroso el camino.
Continuando por lo que debe ser la pista, ya totalmente cubierta de nieve, nos encontramos un cruce de caminos, el camino que va hacia la derecha se dirige hacia el refugio del Casetón de Ándara por una pista que queda suspendida prácticamente en el vacío rodeando las estribaciones del Macondíu por su parte norte, mientras que el camino de la izquierda se adentra en la depresión occidental de la Sierra de Ándara y desde aquí se puede comenzar la ascensión a la mayoría de las cumbres del lugar.
Nuestra primera intención era dirigirnos por el camino que rodea el Macondíu por su lado norte, ya que es el camino más sencillo para llegar al Casetón de Ándara, pero en este caso la cosa estaba un poco complicada, por no decir imposible, es más en este punto nos encontramos con el senderista de Madrid y una pareja de Asturias que parecían bastante experimentados y nos dijeron que si no teníamos crampones y cuerdas para asegurarnos, mejor que no intentásemos ir por este camino. Habría aproximadamente dos metros de nieve sobre el camino.
Por esta razón decidimos ir hacia la izquierda por lo que debería ser la pista, ya que se encontraba casi un metro debajo de la nieve, pero que se diferenciaba por los contramuros que lo delimitaban. Al principio intuíamos el camino pero llegó un punto que ya no había nada y tuvimos que ir campo a través, bueno mejor dicho nieve a través.
Por esta pista nos dirigíamos, mediante un duro ascenso en zig-zag hacia la collada de Ándara.
Luego hubo un tramo en el que no había ninguna pista ya que todo estaba cubierto por la nieve y lo único que podíamos hacer es dirigirnos hacia la collada, siguiendo las huellas que habían dejado otros senderistas
y unas enormes huellas que vimos y que parecían de oso, aunque lógicamente no lo pudimos asegurar, ya que no somos expertos en ello. Más tarde me informé que en el siglo XIX hubiesen podido decir que esas huellas pertenecían a la Osa de Ándara, un ser que según un libro así titulado (La Osa de Ándara), escrito por Joaquín Fuste y Garcés y publicado en Madrid en 1875, el cual es mitad novela, mitad estudio psicológico de los habitantes de la zona, se pueden sacar los datos más precisos sobre el particular, así como un estudio de primera mano de este ejemplar no catalogado, al parecer semi-humano:
“Sus carnes, cubiertas con una capa de suciedad endurecida, sus largas uñas, encorvadas como las de los águilas, sus pies anchos y cortos, que apenas se distinguen los dedos los unos de los otros, ni en longitud ni en volumen, sus manos encallecidas, su tronco redondo por una desmesurada obesidad y lo tosco de sus miembros, la asemejaban, en efecto, a una osa. Bajo un monte de pelo crespo, enmarañado, asomaban unos labios parecidos a un hocico, unos ojuelos brillantes, una nariz chata, una frente aplastada y estrecha y unos pómulos prominentes y angulosos”. Para saber más de «La Osa de Ándara», pinchar aquí:
Una vez que llegamos a la collada de Ándara las vistas eran impresionantes, mientras que al norte se veía la pica del Macondíu con sus 1.999 metros,
al sur, se podía observar la depresión occidental de la Sierra de Ándara con el San Carlos o Sagrado Corazón con sus 2.214 m. y en el que en ese momento se encontraban varios montañeros culminando su ascensión.
En este punto ya no encontramos ninguna indicación que nos marcase el camino a seguir, así que siguiendo nuestro instinto y sobre todo las indicaciones que teníamos en el mapa nos dirigimos por lo que en su momento fue un camino hacia la collada de Tresmacondíu, desde la que supuestamente ya tendríamos que divisar el refugio, aunque luego no fue así.
Una vez llegados a la collada nos llevamos la desilusión de no encontrar el refugio, pero pudimos disfrutar de una especial visión de la cumbre del Macondíu, fácilmente accesible desde este collado
así como de los picos del alrededor con el Cueto Tejao y Pico de Boro a nuestras espaldas.
Sabiendo que por los alrededores tendría que estar el refugio y la entrada a una de las minas nos decidimos a descender por pindia canal, la de la Jazuca, hasta que al final ya pudimos divisar nuestro destino final.
A la izquierda de la canal pudimos ver la típica fotografía de la vagoneta, que antiguamente se utilizaba para la extracción del mineral sobre unas vías y que se encuentra junto a la bocamina, actualmente tapada por la nieve.
Mientras que a la derecha se encontraba el refugio del casetón de Ándara (1.700 m.). Este refugio, enclavado sobre un montículo pedregoso, ocupa el casetón remodelado de las antiguas instalaciones mineras de la empresa Mazarrasa, y hoy constituye un buen punto para la reposición de fuerzas y el ataque de nuevas rutas. Tiene guarda en verano y algunos fines de semana de primavera, aunque siempre está abierto para recibir a todo aquel que respetuosamente haga uso de sus instalaciones.
En este punto nos encontramos con varios grupos de senderistas que al igual que nosotros habían llegado a este punto después de una dura caminata, unos, al igual que nosotros desde Bejes y otros de una manera más suave, desde el Jito de Escarandi. Aquí aprovechamos para comer, descansar un poco e informarnos un poco sobre el lugar y el camino de regreso. Parte de esa información nos la dio Rubén el guarda del refugio que en ese momento se encontraba atendiendo a la gente que llegaba a ese lugar.
Una vez recuperadas las fuerzas nos dirigimos por el canal de Jazuca hacia nuestro punto de partida, pero en vez de por el mismo lugar lo hicimos dando un gran rodeo. En primer lugar pasamos justo por debajo de la vagoneta.
Pudiendo ver claramente el camino que iba por la falda de la cara norte de la Pica de Macondíu y que partía del Casetón de Ándara.
Una vez que nos íbamos separando del refugio también iba disminuyendo la cantidad de nieve que había en el camino hasta que llegamos a un punto en el que ya desapareció toda la nieve y nos facilitó el descenso. Desde ese punto había una espectacular vista del Macondíu y de la pista de su falda norte.
La pista se volvió más cómoda y continúa pista abajo en dirección norte, pasando cerca de la majada de la Jazuca y de algún invernal y alguna cabaña. Ya desapareció la nieve así como las grandes piedras.
En una de las continuas revueltas que tiene la pista vimos hacia la zona oeste una bonita vista de Peña Castil, el Naranjo de Bulnes (Pico Urriello), el Neverón Urriellu y los Cuetos del Albo.
Tras una bajada de aproximadamente una hora desde el casetón y de continuas revueltas, la pista termina en el aparcamiento del Hoyo del Tejo en el Jito de Escarandi. Pasa por este punto la carretera de Sotres a Tresviso, único acceso rodado a esta población Cántabra.
Inmediatamente hay que atravesar el aparcamiento y tomar la pista que sale a la derecha,
Nada más comenzar este ligero descenso pasamos junto a uno de los varios invernales que encontramos en el camino y que también habíamos divisado en el descenso por la canal de Jazuca.
Aquí se inicia un rápido descenso hasta internarse en la parte baja del hayedo de La Corta, y más adelante en el monte de Valdediezma, de alto valor ecológico.
A partir de aquí la ruta no tiene pérdida y es cómoda. Pronto sorprende con encantadores rincones que el camino minero fue conquistando a la dura caliza, que asoma mostrando agudas formas rocosas asomando entre un paisaje kárstico en el que las hayas achaparradas crean un ambiente de cuento de hadas.
Se van dejando todos los pequeños ramales y senderos que salen a derecha e izquierda, siguiendo siempre por la arteria principal, que pronto va a dejarse ver en toda su longitud, dando noción de la sabiduría de estos antiguos trazadores de caminos, que realizaron obras como ésta, de una singularidad y desenvoltura fuera de lo normal. En el fondo del valle, en las pocas zonas de praderas veremos alguna majada como la Cerezal y la Llama.
Nos volvemos a introducir en el monte de La Llama para dirigirnos hasta la bifurcación principal que habíamos tomado en el camino de ida.
Ya casi llegando a la bifurcación del Vao de los Lobos nos encontramos un desvío que se dirigía a la majada del Cerezal y de La Llama.
Llegamos de nuevo al Vao de los Lobos, desde donde sólo nos resta seguir el camino que hasta este punto habíamos traído.
En el camino de regreso pudimos tener una bonita estampa del Cornón de Peña Sagra entre las montañas.
Después de casi 8 horas y media y treinta kilómetros volvíamos a llegar a Bejes el cual comenzamos a ver desde la pista.
Una vez en el pueblo estuvimos buscando un lugar en la que comprar unos quesucos típicos de la zona. Al final fuimos a la quesería Alles donde degustamos y posteriormente adquirimos varios tipos de quesos. Además pudimos disfrutar de una amena conversación con el dueño de la quesería y con su padre de casi 90 años de edad, los cuales nos estuvieron contando la historia de la minería y de la ganadería en su pueblo, de los problemas que han tenido con los lobos y algunas anécdotas que habían sufrido durante la guerra en esta zona. Para despedirnos fuimos a tomar un refresco al pueblo de la Hermida ya que en el pueblo de Bejes no hay ningún bar, sólo hay un albergue el cual no sabíamos si estaba abierto.
Para ver la imagen en Wikiloc pinchar sobre la imagen.
Curva tiempo-altura
Bejes – Casetón Ándara – Jito de Escarandi – Bejes | |
Distancia Total | Ruta circular de 30 km. |
Duración Total | El recorrido lo hicimos en aproximadamente 8 horas y media, teniendo en cuenta que estuvimos parados 1 hora y cuarto en la comida y en descansos. |
Dificultad | La ruta se hizo bastante dura por el duro ascenso, la nieve y la larga distancia |
Desnivel | El desnivel es de aproximadamente 1.200 m. con un desnivel acumulado de 1.670 m. |
Tipo de camino | Pistas, senderos, camino empedrado. |
Agua potable | Se encuentran un par de fuentes a lo largo del recorrido aunque es recomendable llevar agua fresca, sobre todo en verano. |
Época recomendada | Preferiblemente en primavera avanzada y verano. En otra época habrá zonas cubiertas por nieve. |
Cartografía y Bibliografía | Hoja 56-III y IV a escala 1:25.000 del Instituto Geográfico Nacional. Es recomendable el plano del Macizo central y oriental de los Picos de Europa de la editorial Adrados a escala 1:25.000 |
Track GPS | Enlace a track para GPS en Wikiloc |
Muy buena información tanto en ilustración como testo, nuestro agradecimiento
[…] pude contemplar, justamente en frente, la pista que hace varios años circulamos para hacer una ruta desde Bejes hasta la Caseta de Ándara. Esta ruta coincide en una gran parte de su recorrido con la que haríamos un poco más […]